Los primeros prototipos de cepillos mecánicos giratorios para vacas se idearon en la década de los 80, como una herramienta para facilitar el aseo y acicalamiento de los animales estabulados. Esta conducta la practican también en pastoreo, con elementos naturales, como troncos de árbol.
Los animales se asean con la lengua, y para alcanzar partes inaccesibles, usan objetos inanimados. Esta acción les genera bienestar, lo que se verá reflejado en su estado de ánimo para iniciar celos o aumentar producción de leche.
Por esta razón, el cepillo mecánico contribuye a mayor confort del bovino, lo que redunda en la disminución de estrés o de aburrimiento propios de la estabulación o el ordeño. De igual manera, necesitan acicalarse contra otros bovinos, algo que pueden satisfacer rascándose con el cepillo, o en su ausencia, contra los postes, muros o bebederos.
Investigaciones hechas con distintos modelos de cepillos demostraron que casi todas las vacas de un rebaño los utilizan. Cuando son giratorios, los animales se rascan las zonas de cabeza y cuello, aunque también logran acceder a parte de la espalda y la cola, logrando mayor aseo y bienestar.
En segundo lugar, esta herramienta contribuye a un aumento de la producción de leche. Un estudio de la Universidad de Cornell (EE.UU.) en 2010 demostró que vacas de segundo parto mostraron un incremento en producción de 1 kg de leche/vaca/día después de instalar el cepillo.
Algunas hipótesis señalan que las vacas irán más al comedero si los rascadores están en la misma sala, y además el cepillado contribuirá al flujo de sangre a la ubre, aumentando la producción.
En tercer lugar, se reduce la incidencia de enfermedades. El estudio de la Universidad de Cornell evidenció una reducción en mastitis clínica de vacas de 2 o más lactancias. Aunque el cepillo nunca toca directamente la ubre, ayuda a reducir la suciedad en el resto del cuerpo, y además disminuye la presencia de parásitos externos en pelo y piel.
En cuarto lugar, mantiene las vacas frescas cuando se combinan con sistemas de ventilación y aspersión de agua. Luego de rociarlas, se pueden pasar a través de los cepillos para para eliminar materiales como polvo, pelos sueltos y material de la cama.
Finalmente, dependiendo del equipo que escoja, se puede instalar fácilmente y ajustar a la necesidad del animal, pues giran de acuerdo a los movimientos del bovino.
Por lo general, se requieren de 3 a 4 metros alrededor del cepillo para permitir el tránsito de los animales y evitar el hacinamiento. Se recomienda instalar uno por cada 50 a 60 vacas en producción para asegurar un tiempo adecuado a ejemplar.
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Fuente: ContextoGanadero