El dato surge de un informe de la Bolsa rosarina, que también destaca que esta tecnología de almacenaje se exporta a 50 países y genera U$S 50 millones anuales.
En la Argentina, se empezó a ensayar con las silobolsas a mediados de los 90’. Hoy se utilizan para guardar más de un tercio de la cosecha.
La tecnología para almacenar los granos en silobolsas no sólo permitió atajar el crecimiento de la cosecha en los últimos 20 años, también se convirtió en la punta de lanza para que los insumos y la maquinaria agrícola argentina ingrese a nuevos mercados.
“En la Argentina se acopian en silobolsas cerca de 45 millones de toneladas por año. Esta industria, además, exporta bolsas, embolsadoras, extractoras y tolvas autodescargables a más de 50 países, principalmente Brasil, Uruguay y Sudáfrica. El valor de las exportaciones nacionales se estiman en U$S 50 millones”, precisan Blas Rozadilla y Julio Calzada, en un informe que publica la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
El trabajo recuerda que la tecnología de almacenamiento en bolsas plásticas fue introducida en el país en 1994 y que al año siguiente en el INTA comenzaron los primeros ensayos.
Las silobolsas argentinas han demostrado su rusticidad en condiciones difíciles, como el duro invierno ruso.
La producción de los principales granos en la Argentina pasó de 50 millones de toneladas en la campaña 1996/97 a 120 millones de toneladas en 2016/17.” Sin esta innovación, el incremento de la capacidad de acopio hubiese requerido inversiones más costosas en silos fijos y de un tiempo mayor de desarrollo”, reconoce la Bolsa rosarina.
En la actualidad, en el país se consumen cerca de 65.000 toneladas de plásticos cada año para fabricar diferentes productos para la agricultura. De ese total, se utilizan de 25.000 a 30.000 toneladas para producir silobolsas (un 40%).
Las bolsas se fabrican con polietileno de baja densidad de aproximadamente 250 micrones de espesor, con el método de extrusado. Están constituidas por tres capas: la exterior es blanca, tiene aditivos especiales (dióxido de titanio) y sirve para reflejar gran parte de la radiación. La capa intermedia no tiene características especiales, mientras que la interior es negra para evitar los rayos ultravioleta.
Este sistema genera un ambiente hermético, que aumenta la concentración de dióxido de carbono y disminuye la concentración de oxígeno. Estos cambios de la atmósfera interior propician el control de la actividad de insectos y reducen el desarrollo de hongos.
Para los productores argentinos, los silobolsas generaron varias ventajas logísticas. Una de las más importantes es que en caso de falta de piso por exceso de lluvias, la cosecha puede ser almacenada en el campo esperando mejores condiciones para transportarla. “También permiten extender los tiempos de venta de la producción para lograr mejores precios”, destaca la Bolsa rosarina.
Fuente: Clarin Rural