Tras las presentaciones, Edmundo Nolan abrió la disertación e interrogó sobre si la Ley de Arrendamientos interfiere en la conservación del suelo. Y la respuesta fue «hay aspectos que sí y otros que no», aunque destacó que la segunda opción inclina la balanza.
En la mano del «si», citó «los plazos de un año, que no favorecen la rotación»; y en la mano del “no”, explicó que «la legislación no interviene mucho más que la inseguridad jurídica y económica. Esto sí afecta al negocio, no tanto el contrato»,
Además, hizo hincapié en la rotación de cultivos como eje de la siembra directa y apuntó que «la Ley vigente no lo favorece al no estar reglamentada»,
Surgió entonces el interrogante en torno a cómo cuidar los recursos naturales («mientras la minería sí lo está, esto no ocurre con la ley de suelos»).
«El uso del suelo es crítico porque estamos produciendo alimentos». ¿Y cómo se ordena: a partir de una ley de arrendamiento o una ley de ordenamiento territorial?», plateó.
En el orden de los cuestionamientos, criticó la falta de registros: “se calcula que el 70 por ciento se arrienda bajo alguna figura”, y apuntó que es «casi seguro, el 90 por ciento es ajo contratos accidentales”.
Sobre el cierre de la exposición, retomó el planteo de la injerencia jurídica al señalar que «la casuística es casi nula» en materia de reclamos a tribunales por la Ley de Arrendamientos: «Los juicios son por desalojo más que por diferencias en los pagos».
Luego tomó la posta Rafael Aliaga, que se presentó como «un Ing. Agrónomo que tiene una empresa de siembra en campos arrendados».
Aliaga retomó la idea de Nolan en torno a que «el suelo produce alimentos». Y, tras citar a David Ricardo, planteó la problemática de “la renta o la rentabilidad” en el sistema productivo argentino, con un particular enfoque en la Ley de Arrendamientos.
Para ello apuntó las dos formas de organización de la propiedad privada: el capitalismo, donde se la respeta; o el comunismo, donde los recursos productivos están en manos del Estado.
«Venimos padeciendo políticas más ligadas a los segundos que a los primeros», dijo, y continuó: «Hoy el problema no son los latifundios, sino pensar los minifundios».
Allí introdujo el interrogante por la renta en la Argentina, ¿dónde está? ¿En el dueño de la tierra, en el productor o en el Estado?
En tal sentido, enumeró una serie de cuestiones ligadas a la producción como el clima, los precios, los cambios que soporta la actividad y, entre los ejes más críticos, citó «el atraso cambiario» y el intervencionismo estatal.
Propuso pues diferenciar la renta de la rentabilidad, porque en esta última «se han asumido riesgos» y reclamó «respetarlos».
Entre los principales aspectos del sistema productivo argentino –variabilidad intrínseca, plazos y estabilidad del negocio, impacto en el ambiente–, cuestionó el funcionamiento de la Justicia más que la Ley de Arrendamientos en sí.
Además, mencionó la «agresión y el abuso fiscal» con la excusa de blanqueo y evasión.
Dicho todo esto, llamó a buscar “un equilibrio que implique asumir la sustentabilidad, con rotación y fertilización”. En este punto, retomó la necesidad de una Ley de Suelos –apuntó el modelo uruguayo–, políticas agropecuarias y reclamó «institucionalidad» por sobre cualquier normativa.
Fuente: String Agro