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Parasitosis gastrointestinal en bovinos de carne


1. Introducción Los parásitos internos que afectan a los animales en producción son considerados como una de las limitantes de mayor importancia económica en los sistemas pastoriles. Décadas atrás, las pérdidas se vinculaban con mortandades que podían llegar al 10%, cuando los niveles de infestación de las pasturas eran muy importantes. Actualmente, los cuadros de…


1. Introducción

Los parásitos internos que afectan a los animales en producción son considerados como una de las limitantes de mayor importancia económica en los sistemas pastoriles. Décadas atrás, las pérdidas se vinculaban con mortandades que podían llegar al 10%, cuando los niveles de infestación de las pasturas eran muy importantes. Actualmente, los cuadros de parasitosis clínicas con muerte de animales han pasado a ser esporádicos como consecuencia de un mayor régimen de desparasitaciones. En tal condición, los sistemas de producción intensivos son afectados por niveles menores de parasitismo, pero que se expresan de manera subclínica sobre la ganancia de peso y en el menor desarroll5o de los animales en crecimiento.

A las pérdidas económicas que se producen en el sistema de producción y sus consecuencias, debe sumarse el alto gasto en antiparasitarios que se emplean anualmente para el control de la enfermedad. En la práctica, dicho control se basa principalmente en la aplicación de tratamientos que se complementan, en algunos casos, con la utilización de pasturas seguras que ayudan a minimizar las pérdidas en producción. El notable avance y consolidación del fenó- meno de resistencia a los antiparasitarios en la última década, ha introducido otra variable muy importante que influye significativamente en el diagnóstico y control de la enfermedad.

 

2. Conocimientos básicos de los parásitos

2.1. Las lombrices con mayor impacto económico en los bovinos

Los vacunos pueden albergar varios géneros parasitarios en su tubo digestivo, aunque frecuentemente, son unos pocos los de mayor abundancia y efecto para los animales. Si bien el rumen puede alojar parásitos – en condiciones especiales y con escasos efectos productivos-, el resto del tracto digestivo es el que aloja las lombrices con mayor importancia económica:

Cuajo: Ostertagia spp., Haemonchus spp., Trichostrongylus spp.

Intestino delgado: Cooperia spp., Trichostrongylus spp., Nematodirus spp.

Intestino grueso: Oesophagostomum spp., Trichuris spp.

El tamaño de las lombrices varía entre 0,25 y 3 cm de largo y las más importantes son los que se alojan en el cuajo, debido al tipo de lesión que provocan y las consecuencias para el funcionamiento correcto de los procesos digestivos. Sin embargo, el problema aparece constantemente provocado por infecciones mixtas en cuajo e intestino.

2.2. Ciclo de vida

Las lombrices gastrointestinales son de ciclo directo y comprenden la “fase parasitaria” que se cumple en los animales y la “fase de vida libre” que se desarrolla en el ambiente hasta alcanzar los estadios infectantes que serán ingeridos con el pasto.

Este escenario, donde los parásitos, el sistema de producción y las herramientas disponibles para el diagnóstico y tratamiento son los principales protagonistas, obliga a que cada establecimiento ganadero deba generar su propia metodología de control.

Los animales alojan solamente el 5% de la población de lombrices del sistema de producción. La fase parasitaria comienza cuando los animales ingieren las larvas infectivas con el pasto y evolucionan a lombriz adulta en unas 3 semanas; aparecen los huevos en la materia fecal y así, la contaminación de las pasturas. Durante el pastoreo de primavera, los animales pueden alojar una cantidad muy importante de larvas de la lombriz O. ostertagi que detienen su ciclo en las glándulas del cuajo durante 3 / 4 meses para reanudarlo durante el verano.

La fase de vida libre se desarrolla inicialmente en la bosta, donde los huevos -contaminación- de las lombrices evolucionan hasta larva infectiva; este proceso se cumple en un período que varía entre 1 y 6 semanas dependiendo si es verano o invierno. Por efecto de las lluvias y la humedad se trasladan a los pastos circundantes para estar disponibles en el pastoreo –infectividad

Los niveles más importantes de contaminación e infectividad de las pasturas se producen durante el otoño, invierno y parte de la primavera.

En bovinos, las larvas infectivas pueden sobrevivir en el pasto y en la bosta por períodos que superan los 12 meses, asegurando la continuidad de la enfermedad parasitaria de un ciclo de producción a otro. En términos epidemiológicos, el há- bitat compuesto por las bostas y las pasturas, se conoce como refugio y se estima que contiene más del 95% de la población de lombrices del sistema de producción.

2.3. El manejo y los riesgos de enfermedad

Cuando los animales comienzan el pastoreo, seleccionan áreas alejadas de las bostas (A); sin embargo, cuando el manejo es intensivo con alta carga, los bocados se acercan paulatinamente a los pastos con mayor cantidad de larvas infectivas (B) aumentando significativamente los riesgos de infección parasitaria.

De tal forma, en los períodos de escaso crecimiento del forraje –mediados de otoño a primavera- los animales alcanzan a pastorear los espacios que circundan las bostas. Esta situación de baja disponibilidad y calidad del forraje condiciona un alto riesgo de infección para los animales, y una situación extrema donde las pérdidas de producción de carne resultan muy significativas para las categorías jovenes.

Asumiendo entonces que, los parásitos establecidos en los animales son solo una mínima proporción en comparación con los que se encuentran en el refugio (pasturas), la aplicación de tratamientos antiparasitarios afectará mínimamente el número total de parásitos del sistema de producción, aunque protegerán en mayor o menor medida su efecto productivo.

Es por esta razón que todas las pasturas permanentes están infectadas por parásitos en mayor o menor grado, resultando hasta ahora casi imposible erradicar la enfermedad de los campos.

2.4. Efectos y consecuencias en la producción

Cuando los terneros se destetan y se transfieren a pasturas a fin de verano o principios del otoño, comienza el período de mayor riesgo parasitario de acuerdo con las tendencias de contaminación e infectividad de las pasturas. De esta manera, se pueden observar animales hacia fines del invierno con síntomas y signos típicos de gastroenteritis parasitaria (diarrea, pelo arratonado, edema submandibular, gran pérdida de peso).

Los cuadros avanzados de gastroenteritis parasitaria implican pérdidas que superan los 50 kilos por animal

Sin embargo, cuando las infecciones de las pasturas no son tan extremas o se aplica algún tratamiento a los animales, se pueden registrar importantes pérdidas subclínicas de peso entre el otoño y mediados de la primavera.

Las pérdidas subclínicas pueden llegar a 20-30 kilos por animal hacia fines del invierno sin que se compensen durante el pastoreo de la primavera, aún desparasitando regularmente a los animales afectados.

Los efectos sobre la evolución de peso y desarrollo de los animales se trasladan a la faena, donde se ha observado una disminución del rendimiento de la res al gancho (3-5%) acompañada por una merma muy importante en el peso muscular absoluto y pérdida de calidad de la carne comparado con animales que proceden de sistemas donde los parásitos han sido bien controlados.

Estos efectos se expresan también en las hembras destinadas a reproducción, las que presentan un desarrollo corporal disminuido, afectando el aparato reproductor, su funcionalidad y además, generando áreas pélvicas reducidas en comparación con hembras bien controladas.

Las pérdidas directas que ocasionan son:

1- Mermas significativas en las ganancias de peso durante la recría e invernada.

2- Disminución de la calidad y rendimiento de la res.

3- Inversiones en antiparasitarios con bajo retorno económico.

4- Fallas en la eficacia de los antihelmínticos por desarrollo de resistencia.

Las pérdidas indirectas asociadas a programas de control mal implementados, representan una pesada carga económica para el sistema de producción:

5- Excesivo período de permanencia de los animales en el campo para llegar a peso de faena.

6- Falta de desarrollo corporal adecuado para el servicio de vaquillonas.

7- Subutilización del forraje bajo pastoreo.

8- Complicaciones de manejo.

Se debe tener en cuenta que la complejidad de las interacciones entre los parásitos, ambiente y sistema de producción obliga y exige el mayor aporte profesional para lograr el control más eficiente y sustentable de los parásitos en los sistemas de producción.

 

3. Tratamiento y control de las infecciones parasitarias en los bovinos

3. 1. Introducción

Las infecciones parasitarias de los bovinos en pastoreo producen significativas pérdidas en cualquier establecimiento ganadero que no cumpla con determinadas premisas tendientes a minimizar sus efectos sobre los animales.

Se debe tener en cuenta que, a diferencia de la mayoría de las enfermedades infecciosas, no se cuenta con vacunas protectoras contra las infecciones naturales y además, se debe puntualizar el hecho que los parásitos tienen un ciclo de vida donde:

– Una parte lo hacen sobre los animales que parasitan,

– Otra parte, en el ambiente a partir de los huevos que son liberados a la pastura con la materia fecal y que terminarán infectando a los animales como larvas ingeridas con el pasto.

Esto determina que cada establecimiento ganadero requiera de una práctica exclusiva de control en función de sus propios antecedentes y manejo.

En este contexto, el control de los parásitos debe ser una práctica sanitaria profesional y permanente para cada establecimiento, que contribuya a mejorar los niveles de producción y basada en el convencimiento que aún, la erradicación de la enfermedad de los campos es imposible.

Se debe remarcar que a las premisas anteriores, se agregan:

– La falta de eficacia de los antihelmínticos vinculada al fenómeno de resistencia de los nematodos a los principios activos disponibles en el mercado veterinario y,

– Los residuos de drogas que permanecen por un tiempo en los tejidos comestibles y son causa de rechazo en la industria cárnica, principalmente la vinculada con la exportación.

Se considera que el control de las infecciones parasitarias es una tecnología de bajo costo y alto impacto productivo; esto ha favorecido a que en los últimos años la mayoría de los ganaderos tomara a su cargo esa práctica, “facilitado” por la alta eficacia y el bajo costo de los antihelmínticos. Invariablemente, la consecuencia del uso indiscriminado de principios activos es la Resistencia a los antiparasitarios

Debe asumirse que, “el control fácil” ha terminado y resulta imprescindible que las decisiones técnicas y las prácticas de campo sean supervisadas permanentemente por un profesional.

3.2. Factores a tener en cuenta en la planificación de un programa de control

a) Los sistemas de producción, las pasturas y los riesgos de enfermedad Los sistemas de producción de bovinos de carne se han adaptado a través del tiempo, a las diferentes áreas y regiones agroecológicas de Argentina. El mejoramiento de los recursos forrajeros y manejo de los animales, ha contribuido notablemente al incremento de productividad por unidad de pastoreo. Aún así, los establecimientos ganaderos destinan los sectores más limitados en su aptitud agrícola a la ganadería y el resto a agricultura, con rotación temporaria de cultivos estacionales y, ocasionalmente, a pasturas destinadas a los animales de recría e invernada.

No obstante, quedan grandes áreas donde la cría es la principal explotación ganadera y son proveedoras de terneros para las zonas de invernada a pasto o engorde a corral. También, se debe tener en cuenta aquellos establecimientos que engordan machos y hembras a pasto – con suple-mentaciones estratégicas o no- a partir del destete y hasta su peso de terminación o servicio

Por último, el avance de la agricultura y los esquemas de rotación de cultivos alternando los pastoreos con uso de rastrojos, pasturas y verdeos estacionales ha generado escenarios diferentes en cuanto a los niveles de riesgo de adquirir infecciones parasitarias a lo largo del año.

En este contexto, y en general, se podría inferir que:

– En las áreas y sectores destinados a la cría, las vacas presentan gran resistencia a las infecciones parasitarias como consecuencia de la inmunidad que han desarrollado con los años, lo que se traduce en una acotada contaminación por huevos de nematodos en la materia fecal, generando usualmente condiciones de bajo riesgo, incluyendo a los terneros al pie hasta el destete.

– Los establecimientos dedicados a la invernada y aquellos con potreros destinados exclusivamente a la recría presentan en general niveles medios a altos de riesgo de infecciones parasitarias, en función de la intensa contaminación por huevos de nematodos que frecuentemente producen los animales jóvenes.

– Los sistemas de engorde a corral -feedlot- son de escaso/nulo riesgo, desde que la base de la alimentación está constituida por concentrados, granos, silos, balanceados, etc. que por su origen y procesamiento no contienen larvas infectivas de nematodos. Sin embargo, se debe tener la precaución de que la desparasitación previa al ingreso de los animales haya sido eficaz.

b) Categorías de animales, riesgos y prioridad en el uso de antihelmínticos.

Las infecciones parasitarias se establecen en el tracto digestivo de los animales desde el momento en que tienen acceso a las pasturas. De esta manera, comienza un proceso de coexistencia animal/parásito que durante un tiempo genera un alto costo económico al sistema de producción, y posteriormente (desde el año y medio de vida), se logra un equilibrio como consecuencia de la inmunidad que desarrollan los animales.

Esta relación parásito/animal condiciona la susceptibilidad de las distintas categorías a las infecciones parasitarias y en consecuencia, la necesidad de priorizar las actividades de diagnóstico y tratamientos antiparasitarios. En base a estas consideraciones, se podría construir también una estratificación del riesgo de enfermedad y la oportunidad de uso de antihelmínticos:

– Riesgo bajo: vacas secas y con cría. Usualmente no necesitan tratamiento antiparasitario, excepto situaciones excepcionales (ej. alto estrés por manejo, complicaciones nutricionales o sanitarias, etc.) y la vaca “cut” (criando último ternero) que será engordada previo a la venta para faena.

– Riesgo medio: novillo-vaquillona mayor a dos años, toritos, toros adultos. Se desparasitan ocasionalmente y en base a un diagnóstico profesional previo que establece la necesidad y oportunidad del tratamiento.

– Riesgo alto: recría de machos y hembras. Son las categorías más susceptibles del sistema de producción y es donde se debe focalizar el uso de los antihelmínticos respaldado por el diagnóstico y el criterio profesional en la interpretación de la información.

Es importante remarcar que en los sistemas de producción de carne con distintos niveles de cruzamientos con cebú (Bos indicus) la susceptibilidad a infecciones por nematodos gastrointestinales se incrementa, sobre todo cuando los animales son trasladados para engorde a la región centro-sur de la Pampa Húmeda. La susceptibilidad de las cruzas aumenta a medida que la proporción de sangre cebuina es mayor.

c) Dinámica y composición de las poblaciones de lombrices en las pasturas y animales.

Los niveles de infestación de las pasturas por lombrices presentan una variación estacional muy importante y dependiente de la temperatura ambiente y de las lluvias. En la Pampa Húmeda y en la región NEA se puede observar niveles ascendentes a partir de mediados del otoño en adelante y hasta principios de la primavera, extendiéndose un poco más en áreas subtropicales.

Esa población de lombrices está compuesta por distintos géneros y especies que se establecen en el cuajo, intestino delgado o grueso de los animales. Las lombrices que desarrollan en el cuajo son las más dañinas y sus efectos están vinculados a trastornos digestivos severos, que condicionan seriamente la ganancia de peso y el desarrollo de los animales en pastoreo. Durante ese período, el ciclo de los nematodos se completa en unas 3 semanas y la contaminación de las pasturas con huevos es también intensa, retroalimentando las cargas parasitarias en pasturas y animales. Durante la primavera, las poblaciones de lombrices en las pasturas se diluyen por la mayor disponibilidad de forraje y se produce la detención del ciclo de la lombriz más patógena (Ostertagia ostertagi) en las glándulas gástricas. Las larvas permanecen inhibidas por 3-4 meses hasta que despiertan durante el verano generando nuevamente mermas en la producción.

El verano es la estación del año donde se produce la mayor mortandad de parásitos en las pasturas, como consecuencia de las altas temperaturas e intensa evaporación.

Se acepta que, la epidemiología marca la tendencia de evolución de la enfermedad parasitaria en los animales y pasturas de un área agroecológica determinada. Pero, debe tenerse en cuenta que, cada sistema de producción tiene su propia problemática. En consecuencia, es común que establecimientos cercanos con planteos de producción similares tengan problemas parasitarios diferentes.

d) Herramientas terapéuticas disponibles en el mercado veterinario

El control de las infecciones parasitarias de los animales en pastoreo se ha basado fundamentalmente en la utilización de antihelmínticos. En el mejor de los casos, los tratamientos han sido complementados con medidas de manejo para mejorar y extender los beneficios de las desparasitaciones, ej. pasturas seguras, diferidas, verdeos estacionales, rastrojos, etc. En las últimas décadas, han sido exploradas algunas alternativas a los antihelmínticos, con el objetivo de minimizar o enfrentar el fenómeno de resistencia a los distintos principios activos, evitar los residuos químicos post-tratamientos en tejidos comestibles y mantener la biodiversidad del sistema de producción. Entre éstas, se pueden mencionar:

– Competidores biológicos en las pasturas, ej. hongos predadores de nematodos, insectos y lombrices que destruyen las bostas en las pasturas.

– Derivados de plantas y pasturas con propiedades antihelmínticas, ej. taninos.

– Desarrollo de inmunógenos, ej. vacunas

– Selección de animales genéticamente resistentes a las infecciones parasitarias

Estas alternativas no tradicionales presentan distintos niveles de avance, variables niveles de eficacia y practicidad de aplicación, y no están aún disponibles para su utilización en escala en los sistemas de producción de carne. En consecuencia, los antihelmínticos siguen constituyendo la herramienta más importante para controlar las infecciones parasitarias de los animales en pastoreo.

Entre 1960 y 1980, la industria farmacéutica mundial logró avances significativos con el descubrimiento y desarrollo de compuestos con actividad antihelmíntica. Actualmente, casi la totalidad de ellos provienen y derivan de tres grupos diferenciados por la estructura química y el modo de acción sobre los nematodos:

– Benzimidazoles (blancos)

– Levamisoles (amarillos)

– Lactonas macrocíclicas (transparentes)

Los tres grupos se caracterizan por la inocuidad, potencia y el amplio espectro de eficacia. Existen otros compuestos que se utilizan ocasionalmente en bovinos ej., closantel para tratar infestaciones por Fasciola hepatica (parásito del hígado) o praziquantel para el tratamiento de las tenias en bovinos jóvenes Después de casi 30 años sin nuevos desarrollos fue incorporado al mercado un nuevo grupo químico (aminoacetonitrilo) con propiedades antihelmínticas, cuyo principio activo –Monepantel- está indicado solo para su administración en ovinos.

De acuerdo con las características de cada grupo químico se pueden identificar ciertas condiciones, que no solamente los diferencian, sino que también los posiciona para ser utilizados de acuerdo a la intensidad de la infestación, categoría, posibilidades de manejo, época del año, etc.

Se pueden destacar algunos conceptos que frecuentemente se mencionan como virtudes o rasgos positivos de cada uno de esos grupos químicos:

– Persistencia de la eficacia antihelmíntica: es una condición especialmente marcada en las lactonas macrociclicas (endectocidas) donde se mantiene la eficacia por períodos que varían entre las 2 y 6 semanas postratamiento, dependiendo de las concentraciones del principio activo y del género de lombrices involucradas. Esta condición resulta especialmente importante en situaciones de alta infestación de pasturas, contribuyendo a la protección de los animales y, en cierto grado a la disminución del número de larvas infectivas en los potreros. También es cierto que, su utilización en condiciones de baja infectividad, inicia el camino hacia la resistencia antihelmíntica.

– Efecto ovicida: si bien su importancia práctica es discutible, se trata de una característica de los derivados benzimidazólicos (lechosos) por lo cual los huevos de los nematodos que transitan por el tracto digestivo, son desactivados en las primeras 6-8 hs. postratamiento. Este efecto adquiere importancia cuando los animales se envían a pasturas nuevas/ limpias inmediatamente después del tratamiento

e) Fallas de la eficacia de los antihelmínticos: desarrollo del fenómeno de resistencia en los establecimientos ganaderos. Las fallas de eficacia de los antihelmínticos pueden estar vinculadas muchas veces a problemas de dosificación, de aplicación y/o de calidad de producto; esta situación es fácilmente detectable a través del análisis de la materia fecal incluyendo el coprocultivo.

Las fallas de eficacia vinculadas con la resistencia se reconocen como la capacidad de las lombrices de sobrevivir a principios activos y dosis que han sido probadamente eficaces en sus orígenes.

Si bien se citan una serie de causas que inducen al desarrollo de resistencia antihelmíntica, las principales se centran en:

– Alta frecuencia de tratamientos

– Uso indiscriminado de antiparasitarios

– Ausencia de rotación de principios activos

– Formulaciones de efecto prolongado

– Antigüedad de 30-40 años de los principios activos

Como se puede observar, ya en el año 2005, el 60% de los establecimientos analizados en las zonas ganaderas de mayor importancia productiva presentaron problemas de resistencia a los antihelmínticos. Las lactonas macrocíclicas (endectocidas) fueron las más comprometidas y en menor medida los derivados benzimidazólicos (lechosos). También se sabe que, las lombrices del intestino son las que aparecen mayoritariamente involucradas en el primer caso, y es por esto que la expresión clínica de la falla en la eficacia usualmente no se hace evidente a campo.

Sin embargo, en términos económicos, la resistencia de las infecciones parasitarias a los tratamientos con Ivermectina, pueden generar una pérdida de alrededor del 50% de la ganancia de peso en 90 días de pastoreo o del 10% en 75 días en feedlot. En el primer caso, para un lote de 300 animales, las pérdidas directas alcanzarían los $ 27.450 en 90 días de pastoreo (a $ 15/kilo vivo). En tanto que en feedlot, la pérdida para la misma unidad productiva alcanza los $ 36.900 en 75 días de encierre.

Parte del Cuadernillo Técnico N°16 PARASITOSIS GASTROINTESTINAL EN BOVINOS DE CARNE “ENFOQUE BIOECOLÓGICO PARA UN CONTROL INTEGRADO Y SUSTENTABLE” Más información en perfiles de los autores.

Referencias bibliográficas

Fuente: Engormix

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