Esta semana se conoció la historia de un tambero de Nogoyá, Entre Ríos que tuvo que tirar toda su producción de leche para rescatar el tanque en el que transportaba que había quedado empantanado en el barro. A poco más 50 kilómetros, la historia es similar: los productores rurales de Maciá sólo pueden llegar a la ruta con tractores de doble tracción.
Walter Kerbs trabaja en uno de los campos de la zona, es de familia de productores rurales y sabe lo que es la odisea de atravesar el camino para llegar a la ruta 39 con la cosecha. «Ya en el año 97 nos pidieron que corramos los alambrados para hacer el ripio, los corrimos y ahora parece que hay correrlos más», explicó. Hace por lo menos 20 años que les prometen mejoras en el recorrido, pero todavía es puro barro.
Walter no sabe si el camino tiene nombre, a la salida del casco urbano se llama Francisco Ramírez. Une Maciá con gobernador Solá y finalmente con la ruta 12, que empalma con la 39, donde ellos entregan la producción. «Casi todos los productores de acá tenemos tractores por eso podemos pasar», explica. Es angosto, lleno de barro, con zanjas semiderrumbadas por el paso del agua, pero es el que tienen. «Hay uno alternativo, que pasa por el cementerio, pero ya está a punto de cerrarse».
La problemática de los caminos rurales, en una provincia que tiene la mayor parte su economía basada en la producción agropecuaria, llegó al debate entre los legisladores locales, pero todavía no tiene una solución definitiva, principalmente por la obtención de los fondos para las obras.