“Es el Estado, por la vía de los incentivos, el que debe favorecer oferta y evitar que el mercado ‘dicte’ que otras actividades, especialmente las relacionadas con la especulación financiera, conspiren contra la producción de carne, una de las actividades más emblemáticas, inclusivas y federales del campo argentino”.
La frase lleva la firma, de puño y letra, del presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), Ulises ‘Chito’ Forte, quien proviene de las filas de la Federación Agraria Argentina y públicamente no le hace asco, como muchos de sus colegas ganaderos, a la intervención del Estado para fomentar y organizar la producción de carne vacuna. Claro que ‘Chito’ hace referencia a una intervención virtuosa y conciliada con los privados. Fue él, en rigor, uno de los opositores más tenaces que tuvo el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cuando diez años atrás pisaba el precio de la hacienda.
Forte salió a explicar la fuerte suba que desde las fiestas de fines de 2018 tuvieron los precios de la carne vacuna, de casi 40%. Según un texto difundido por el IPCVA (que agrupa a todos los actores de la cadena, incluyendo al propio Estado), este fuera corrección de los valores fue “consecuencia de un mercado que no promovió la oferta”.
“No vamos a negar o minimizar las subas –que fueron altas en los últimos dos meses- pero un diagnóstico certero de la situación podría evitar a futuro estas disparadas de los precios que habitualmente son seguidas por un planchazo que tampoco ayuda”, inició Forte la explicación. Para el productor pampeano, en consecuencia, “la base del problema fue, sin ninguna duda, la escasez de oferta”
“Buscando las explicaciones más sencillas del fenómeno, hay que decir que en primer lugar estamos sufriendo las consecuencias de los fenómenos climáticos extremos –inundaciones y sequías- de los últimos dos años. Además, la suba de precios que habitualmente se da en primavera este año se atrasó y llegó en verano. Un verano en el que también hubo más demanda de carne, impulsada por los turistas que otros años veraneaban fuera del país”, añadió el directivo del Instituto.
Forte aclaró que, de todos modos, esto aumento resultó ser una corrección, pues “en los últimos años los aumentos de la hacienda y de la carne en el mostrador habían estado por debajo de la inflación general”.
“Más allá de los motivos más o menos coyunturales, lo cierto es dejamos que el crecimiento de la demanda fuera cubierto por la oferta con las leyes del mercado. El mercado dijo que no se priorizara la oferta y estamos pagando las consecuencias. El mercado dijo que la soja fuera más negocio que la ganadería o, más aún, indicó que era más negocio tener la plata en bonos o en Lebacs que en vacas en el campo. Entonces hubo desinversión y eslabones con muy baja rentabilidad (especialmente la cría), sin incentivos impositivos ni créditos con tasas acordes para la producción”, explicó Forte.
Fue entonces que reclamó una mayor intervención de la política pública, para no dejar todo librado a lo que decida el mercado. “Como decimos siempre, la ganadería necesita de un Estado activo que acompañe la libre oferta del mercado, para evitar estos serruchos de precios y que la producción y la oferta garanticen la demanda, más aún en estos momentos en que aumentan las exportaciones y seguimos contando con un mercado doméstico dispuesto a mantener un alto consumo de carne vacuna”, explicó.
Luego advirtió que “es posible que los precios se mantengan en alza un tiempo más y más adelante se estabilicen e incluso se atrasen, pero –como reiteramos desde hace tres años- es necesario trabajar en políticas desde el Estado”.