Resumen
La castración puede ser ejecutada a cualquier edad; sin embargo, a mayor edad, mayor es el efecto negativo de la misma sobre la ganancia de peso. En otras palabras, cuanto más cerca del nacimiento se practica, menor es la pérdida de peso.
La castración es un proceso traumático y estresante. El estrés incrementa los niveles de cortisol en sangre. Por deprimir las defensas corporales, el cortisol aumenta la susceptibilidad a enfermedades infecciosas. Para destacar, con el retraso de la castración, incrementa el cortisol sanguíneo y, con esto, la predisposición del ternero a enfermarse.
Una investigación realizada en EEUU evaluó el efecto del momento de la castración de los terneros sobre la ganancia diaria de peso (GDP) y la susceptibilidad a infecciones de las vías respiratorias, y su impacto sobre la GDP durante la recría por 150 días. Se analizaron dos momentos de castración. La castración temprana, referida a los terneros comprados castrados y que, se asume, fueron castrados en algún momento de la cría, al pie de la madre; y la castración tardía, referida a los terneros comprados enteros y que fueron castrados posteriormente, al comienzo de la recría.
Los terneros castrados (n = 143) y no castrados (n = 136) – con un peso promedio de 216 kg- fueron comprados en un remate y transportados a una estación experimental para comenzar la recría sobre pastura. Inmediatamente luego del arribo, y durante 35 días, los terneros fueron expuestos a una serie de prácticas. Primeramente, se los peso y dejo descansar por 24 horas. Seguidamente, los mismos fueron vacunados contra infecciones respiratorias y tétano, con doble dosis, a un intervalo de 14 días. Posteriormente, los machos enteros fueron quirúrgicamente castrados. Además, durante este periodo, los terneros fueron diariamente examinados para identificar síntomas asociados a enfermedades respiratorias y, si era necesario, se los trató con antibióticos.
En general, los terneros castrados después del arribo a la recría ganaron diariamente 13,5% (0,1 kg/día) menos que los terneros que arribaron ya castrados. Por otro lado, los terneros castrados tarde fueron más susceptibles a sufrir infecciones respiratorias (82/136; 60%) que los terneros castrados temprano (48/143; 33%). Dicho resultado refleja el estrés inducido en los terneros castrados tarde. En los terneros sanos, la castración tardía redujo 7,8% la GDP (0.06 kg/día; Fig. A). Debido a las infecciones respiratorias, la GDP de los terneros castrados temprano se redujo un 6,5% (0,05 kg/día; Fig. A y B). Sin embargo, en comparación a la respuesta productiva de los terneros sanos y castrados temprano, la GDP de los terneros enfermos y castrados tarde se resintió un 24,7 % (0,19 Kg/día; Fig. A y B).
Resumiendo, la castración tardía disminuyó la GDP e incrementó la predisposición a infecciones respiratorias, las cuales también impactaron negativamente sobre la GDP. Combinadas, la castración tardía y las infecciones respiratorias, suman su efecto negativo sobre la GDP (efecto aditivo), alcanzando mermas de aproximadamente 25%, con el consecuentemente deterioro de la eficiencia de conversión (kg GDP/kg materia seca consumida). A todo lo enumerado, hay que agregar – entre otros gastos – el asociado al uso de antibióticos para el tratamiento de infecciones respiratorias.
Cabe preguntarse hasta qué punto vale la pena discutir sobre el sistema de alimentación más apropiado, autoconsumo vs entrega diaria, o con el avance de la tecnología, pensar en la alimentación de precisión cuando simplemente todo el beneficio logrado mediante la mejora en la alimentación se pierde por no realizar la castración en el momento adecuado.