Federico Ezenga es productor apícola de Villa Nueva, localidad ubicada en el centro-este de Córdoba. Tiene 51 años y desde los 12 que trabaja junto a su familia en las colmenas. En 1986 hizo un curso en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y desde allí profesionalizó su actividad. En ocasión de conmemorarse el día del Apicultor el pasado 21 de junio, Ezenga revalorizó la actividad en diálogo con Bichos de Campo.
“Desde muy chico encontré la profesión que tanto me gustaba, y si hoy hablás con otros apicultores, te das cuenta de que el que sigue en la apicultura es porque realmente le gusta, y no porque le de dinero. El oficio de apicultor es una pasión que se lleva dentro”, expresó Federico.
Escuchá el reportaje completo a Federico Ezenga:
-¿Pero se puede vivir siendo apicultor?- insistimos:
-Hoy no es rentable tener colmenas por el precio de la miel. Luego de mayo del año pasado, cuando el dólar se disparó, el valor de la miel no aumentó a 2,20 dólares que es cuando se vendía en ese momento, y hoy el precio de exportación nos quedó en 1,50 o 1,60 dólares por kilo, cuando los insumos que utilizamos aumentaron mucho más, sobre todo el combustible.
Para el apicultor, uno de sus mejores años productivos “fue el 2015, cuando el precio internacional superó los 3 dólares por kilo de miel exportado, y los insumos estaban en un precio acorde como para poder adquirirlos. Luego esas ganancias bajaron hasta hoy, donde atravesamos una situación de rentabilidad complicada”.
Hace unas semanas Bichos de Campo dedicó un programa a la producción apícola:
Ezenga, que tiene cerca de 1.000 colmenas distribuidas a una distancia de 100 kilómetros, que administra junto a un empleado, comentó que “la rentabilidad negativa de la actividad se refleja en la disminución de apicultores en la zona de Villa María. En 2003 había de 100 a 150 apicultores, y hoy sólo quedan 30 en pie. De ese número, muchos empezaron porque la apicultura era un gran negocio. Hoy dejó de serlo”.
El apicultor trazó un paralelismo con el sector lechero y dijo que “estamos muy ligados a este sector, ya que los vemos renegar a los tamberos, y cuando vemos la cantidad de horas que trabajan, y que no les es rentable, o viven con inundaciones en sus campos”.
“A nosotros nos pasa lo mismo. Tenemos campos anegados en donde no podemos entrar más que caminando con botas o con una especie de balsa tirada por caballos, y hay colmenas que no pudimos terminar de cosechar, pero como es un oficio que lo llevás tan adentro arraigado, no lo podés abandonar”, retrató el productor.
Argentina se ubica como tercer productor de miel del mundo, precedido por China y Turquía, y más del 90% de la producción nacional se destina al mercado externo.