La gestión masiva de datos (Big Data) o el Internet de las Cosas han llegado para quedarse. Y están extendiéndose a todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana y también a todos los sectores económicos. La ganadería no es una excepción y, en concreto España, se encuentra a la vanguardia de la aplicación de nuevas tecnologías en industrias como la porcina.
Así lo subraya Carlos Piñeiro, doctor por la Universidad de Tokio, miembro del Grupo Focal español sobre digitalización y Big Data en el sector agrícola y ganadero y director de la empresa segoviana PigCHAMP Pro Europa.
“Estas tecnologías tienen un potencial extraordinario, aportarán una explosión en la generación de conocimiento y en la comprensión de los desafíos de la sanidad y la producción, así como en la transparencia acerca de la calidad de producción exigida por el consumidor”, detalla en declaraciones a DiCYT.
Junto con otros colegas de España, Irlanda y Japón, acaba de publicar un artículo en la revista ‘Animal Frontiers’ en el que realizan una revisión de cómo ha sido hasta ahora la gestión de datos en la producción y sanidad porcina y por dónde está empezando a evolucionar, por ejemplo, en el uso e integración de nuevas fuentes de datos procedentes de robots y sensores.
Todo ello permite avanzar hacia el concepto de ganadería de precisión: el uso de un conjunto de tecnologías que permiten mejorar el rendimiento de los animales. “Desde mi punto de vista, la ganadería de precisión ha mejorado extraordinariamente su posición y posibilidades mediante el uso conjunto de las TIC y el fenómeno de la digitalización”, recalca Piñeiro.
En la actualidad, son muchos los datos que se pueden recoger en las granjas porcinas: algunos son ya bastante frecuentes, como los reproductivos, productivos y sanitarios; y otros se están incorporando con fuerza: datos de robots de alimentación para hembras reproductoras, datos de consumo de medicamentos, ambientales, meteorológicos, de bioseguridad o recursos humanos. “Es un auténtico tsunami”, recalca el experto, quien subraya que la transformación de estos datos en información útil es fundamental para mejorar la toma de decisiones y maximizar la productividad.
Como detallan en su artículo, los datos pueden ser recopilados por personas, la fuente más importante hasta ahora, o por robots y sensores, aunque también están apareciendo en el mercado nuevas herramientas, como imágenes que pueden procesarse y analizarse para diferentes propósitos, entre ellos la detección de enfermedades, el comportamiento de los animales o la realización de cálculos de peso.
En el caso de la bioseguridad, existen ya dispositivos de rastreo para el personal de la granja, que permiten registrar movimientos en tiempo real y disminuir así el riesgo de enfermedades y, en consecuencia, mejorar la salud y el rendimiento productivo.
ESPAÑA, EN UNA MUY BUENA POSICIÓN
En cuanto a las tecnologías que se están empezando a implantar con mayor decisión, Piñeiro apunta que los primeros pasos se están dando alrededor de los robots de alimentación y los sensores ambientales, “aunque para su utilización rutinaria aún han de cambiarse algunas rutinas”.
En este sentido, señala que España, Holanda y Dinamarca están entre los países con mayor desarrollo tecnológico, aunque son los países de mayor crecimiento los que más rápido van a realizar esta transición tecnológica. “Como China, aunque también está España”, augura.
A corto-medio plazo, la alimentación robotizada de hembras reproductoras, tanto en gestación como en lactación, es la tecnología con más potencial de implantación. “También creo que los sistemas de control ambiental tienen una buena posición para utilizarse de manera general más allá de su uso clásico, de control y generación de alertas”, concluye.