La detección en Brasil de un caso «atípico» de la enfermedad conocida como «mal de la vaca loca» puso en alerta a los países de la región. Si bien Brasil informó que la enfermedad presentada en una vaca de 17 años no representa riesgo para su población, suspendió sus exportaciones a China , hoy su mayor cliente.
La Argentina es libre de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), como se llama la enfermedad. ¿De qué se trata el «mal de la vaca loca»? Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), es una enfermedad progresiva y «fatal del sistema nervioso del ganado bovino». Es causada por la acumulación de una proteína anormal denominada «prion» en el tejido nervioso.
Hay dos formas: la clásica que se produce en el ganado por la ingestión del prion en piensos contaminados y la «atípica» (como la detectada en Brasil) que se cree que aparece de forma espontánea en todas las poblaciones bovinas. Pese al caso que se presentó, la OIE no modificó el estatus de Brasil, que sigue con riesgo insignificante. Se considera una enfermedad zoonótica por un presunto vínculo con la emergencia de la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (v-ECJ) en el ser humano.
Se detectó por primera vez en 1986 en el Reino Unido (con la forma clásica) y más tarde se expandió a unos 25 países. Con diversas medidas de control se fueron bajando los casos de la enfermedad. Los animales con EEB pueden tener síntomas como comportamiento nervioso o agresivo, ralta de coordinación y dificultad para levantarse de la posición de reposo, entre otros.
¿Qué hace la Argentina para mantenerse libre de la enfermedad? Realiza acciones para prevenirlas a través del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que sigue pautas de la OIE.
Entre ellas, se destacan medidas de control en las importaciones de mercancías consideradas de riesgo. La Argentina ejecuta desde hace más de 25 años la vigilancia epidemiológica.
Además, para garantizar el cumplimiento de la prohibición de alimentar rumiantes con proteínas animales (no se puede suministrar harinas de carne y hueso), el Senasaestableció medidas a través de muestreos en los establecimientos elaboradores de este tipo de alimento.
La vigilancia se realiza en los animales mayores a 24 meses dado que la EEB es una enfermedad progresiva cuyo período de incubación abarca, en promedio, entre cuatro y cinco años.
La OIE reconoció al país como de riesgo insignificante para la EEB. Eso se ratifica todos los años con información que envía el Senasa. Fuentes de firmas de engorde a corral (feedlots) y del sector frigorífico destacaron que se vienen cumpliendo los controles.
El país tuvo auditorías externas como, por ejemplo, la realizada en abril de 2014 por la agencia reguladora de normas alimentarias de Australia y Nueva Zelanda (FSANZ).
Una evaluación de riesgo de la seguridad alimentaria con respecto a la EEB, realizada por ese organismo remarcó que la carne y los productos vacunos importados originarios de la Argentina son seguros para el consumo humano.
El Senasa, además, hace capacitación continua como parte de la estrategia establecida por el Programa Nacional de Prevención y Vigilancia de las Enfermedades Espongiformes Transmisibles (EET) de los Animales.
Fuente: lanacion