Luego de un 2019 que cerró con un achique del 1,7 por ciento en el ordeñe y con casi mil tambos menos, las primeras proyecciones para la lechería en el corriente ejercicio son buenas en el aspecto productivo pero no tanto en lo que se refiere a la rentabilidad del negocio.
En base a información aportada por 19 empresas que procesan el 60 por ciento de la leche producida en el país, el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) estimó que este año se podría alcanzar un ordeñe de 10.575 millones de litros.
Esto significaría un incremento del 2,2 por ciento respecto a los 10.343,4 millones de litros del año pasado y la mayor cifra en cinco años, aunque apenas por encima de los 10.526,6 millones de litros de 2018.
El Ocla espera un fuerte crecimiento en los dos primeros trimestres y una evolución más lenta en la segunda mitad del año.
En este contexto, aclaró que las estimaciones “están elaboradas en un escenario económico muy turbulento e impredecible, y bajo las condiciones climáticas previstas en los pronósticos disponibles”. También explicó que “los porcentajes de crecimiento son mayores en el primer y segundo trimestre ya que se comparan sobre un base muy baja de 2019”.
A mediano plazo, además, se observa que el país se encuentra estancado. La cifra que se espera para 2020 no difiere demasiado de los 10.329 millones de litros de hace 20 años.
“En el largo plazo (1970-2020), Argentina ha crecido a una tasa 0,5 por ciento mayor que la producción mundial, con un desempeño muy alto en la década del noventa con tasas del 7,2 por ciento durante ocho años consecutivos. Luego, desde 1999 la tasa fue sólo del 0,1 por ciento y a nivel mundial la lechería creció al 1,8 por ciento anual”, compara el informe.
Exportaciones sin impulso
Pero esta expectativa de alza en la producción no significa que el negocio vaya a mejorar. Sucede que una de las patas principales que se necesitan para recuperar rentabilidad es el comercio exterior y, según otro reporte elaborado por el Ocla, no hay incentivos para que las exportaciones repunten.
El año pasado, se exportaron 301.253 toneladas de lácteos (principalmente, leche en polvo), 10 por ciento menos que en 2018. Producto de una leve mejora de los precios, el sector facturó 919,2 millones de dólares por las ventas foráneas, 8,8 por ciento menos que el ejercicio anterior.
El cuadro de situación que plantea el Ocla, en este contexto, no es alentador: “Es probable que las exportaciones, desde enero, no presenten altos registros en función de la menor producción estacional, y sobre todo porque el principal producto de exportación (leche en polvo), ha tenido un incremento importante en los derechos de exportación, el tipo de cambio oficial se mantiene fijo a pesar que el proceso inflacionario continúa y el dólar no oficial sigue subiendo”.
“Además porque aunque el precio internacional ha subido, aún resulta muy poco atractivo para la competitividad que generan las variables económicas de Argentina”, resalta el organismo.
El problema es que, “esta situación de menor incentivo para la exportación de lácteos, si no se contrapone con incrementos en los niveles de consumo interno, puede generar resultados negativos para los dos eslabones principales de la cadena láctea: producción primaria e industria”.