por Daniel Urcía (*)
El coronavirus hizo realidad el fantasma que todos algunas vez nos preguntamos: qué pasaría si China deja de comprar carne? En el mientras tanto el comercio con dicho país se encuentra prácticamente paralizado, algunas cargas en tránsito han sido depositadas en otro puertos por falta de personal para recibir los embarques, otras se bajaron y están estacionadas en puerto, en otros casos se suspendieron los embarques y la carne está depositada en las cámaras de los frigoríficos argentinos, todo en definitiva son complicaciones. Esta enfermedad viene a complicar lo que ya se había iniciado a fines de noviembre con la suspensión de operaciones y renegociación de contratos, por ende muchas empresas tienen mucha producción en depósitos de frío propios o de terceros que ahora deberán evaluar donde colocar esa mercadería, asumiendo perdidas y los problemas de liquidez, fiscales, operativos, etc, que esta situación genera.
Recordemos que a China se envía más del 70% de la exportación de carne de Argentina y que redestinar esa producción no es sencilla, incluso para algunos mercados supuestamente alternativos para esa carne puede que haya frigoríficos que no posean habilitación para esos destinos, como puede ser Rusia.
El impacto de este proceso se puede ver en la faena de enero, que parece importante en cuanto a la cantidad pero solo por el hecho de tener 22 días hábiles, haciendo un análisis más minucioso veremos que la faena diaria ha disminuido. Esta situación en el contexto del mercado doméstico y exportación es factible proyectarla al primer trimestre.
La carne al público ha tenido una recomposición de valores, similares a los que dijimos en octubre que podrían darse y aun así sigue teniendo un precio muy competitivo comparado con otros productos, pero, el escaso poder adquisitivo de la gente hace que el consumo no crezca. El aumento de salarios y la tarjeta Alimentar han sido un paliativo pero todavía el consumo de carne vacuna no despega.
Siguiendo con el análisis de la faena de Enero conforme a lo que publica la Dirección de Control Comercial Agropecuario dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca operaron 372 establecimientos de los cuales el 49% faenó menos de 1.000 animales en enero y de esos el 90% menos de 500 animales, esta baja actividad denota la poca posibilidad de esos establecimientos de cumplir con sus obligaciones sanitarias, laborales, fiscales y previsionales, constituyéndose en posibles focos de actividad marginal.
En octubre hicimos declaraciones advirtiendo que era inminente y necesaria una recomposición de precios y que podría llevar a un incremento en el precio de la carne al consumidor entre los meses de enero y febrero, eso ha ocurrido y no tiene que sorprendernos, era lógico, tenía que ocurrir. Aun con el aumento dado la carne sigue teniendo un precio muy competitivo en el mercado doméstico y se puede advertir recorriendo carnicerías y comparando con otros productos.
En este contexto la situación de la industria frigorífica que hasta fines del año pasado mostraba dos caras, hoy se encuentra toda en situación precaria, sin diferenciar consumo de exportación, tendremos que estar atentos porque los costos de insumos, laborales, servicios, impositivos han seguido subiendo, el valor del cuero no se recupera, de hecho se sigue en muchos casos pagando para que se retire y en ese contexto las empresas que no estén sólidas podrían tener problemas severos.
(*) Daniel Urcía – Vice presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA) –
FUENTE: FIFRA