El agudo parate del primer importador mundial de carne desencadenó múltiples conflictos a las industrias exportadoras de los países sudamericanos, Uruguay, Brasil y la Argentina, principales proveedores de China. Carlos Riusech, CEO del Frigorífico Gorina, hace un diagnóstico de la situación que están atravesando a partir de la irrupción de la fiebre porcina, que afectó al 60% del stock de cerdos China y otros países asiáticos, causando un déficit de proteínas que podría durar unos años.
«Frente a este faltante se generó una demanda exacerbada de carne vacuna cuyo punto culminante fue la feria de Shanghái de noviembre. Los importadores compraban por encima de sus necesidades habituales y los más grandes lo hacían en exceso. En un breve lapso hubo una estampida de precios, con aumentos de 1.000 a 1.500 dólares por tonelada», contó a Valor Carne el industrial, detallando que «cuando la mercadería llegaba a destino, tras 60 días de embarque, valía mucho más de lo que se había pagado en origen, lo que retroalimentaba la burbuja».
Ante este fenómeno especulativo, que comenzaba a tener incidencia en la inflación del gigante asiático, el gobierno decidió tomar partido. Como el 90% del sistema bancario chino es público, la primera medida fue recortar el crédito a la importación de alimentos.
«Los operadores tuvieron que salir a liquidar posiciones de mercadería para cubrir las obligaciones financieras contraídas. En 20 días, los precios se desplomaron entre un 30 y un 40%. Eso es lo que estamos viviendo ahora», argumentó.
¿Cómo impactó en las industrias? «Fue tan de repente que a la mayoría nos afectó de un modo u otro, ya que manteníamos un flujo comercial importante con ese mercado. Cada exportador tiene su propia foto del fenómeno y su situación particular», agregó, aludiendo a que China se llevó en 2019 el 75% de las exportaciones argentinas o sea unas 630 mil toneladas equivalente res.
Usualmente con ese mercado se opera mediante contratos que incluyen el 30% de anticipo y el 70% restante al arribo la mercadería a puerto. «En los casos que teníamos las órdenes de compra firmadas, pero no se había pagado el adelanto, el contrato fue anulado», aseveró. Y prosiguió: «había algunos contenedores en el agua que no contaban con ese desembolso previo, aunque no debe ser un volumen muy significativo. Esas operaciones están con problemas, los clientes las desconocen y es muy poco lo que se puede hacer», advirtió.
Varias empresas sudamericanas con mercadería en tránsito y que contaban con anticipo, renegociaron el saldo. «Como en nuestro país existe el control de cambios y la obligación de liquidar divisas a través de un mercado único oficial, en algunos casos los descuentos pactados se aplicaron a operaciones futuras. Los importadores más grandes contemplaron la situación pero otros no tenían espaldas financieras como para hacerlo», aseveró.
Tras llovido, mojado
Sobre este escenario turbulento irrumpió el coronavirus, con el cierre completo de algunas ciudades, incluyendo bancos y puertos. Esto llevó a postergar el reinicio de actividades posteriores al Año Nuevo chino por varios días, hasta después del 10 de febrero, mediante un cronograma paulatino que podría ponerse en marcha esta semana.
«La mayoría de los operarios portuarios son empleados públicos y no están trabajando, lo cual agudizó la congestión en los desembarques. Los buques llegaban con la mercadería y no había donde ubicar la carga ni enchufes para conservar el frío de los contenedores», relató Riusech, señalando que algunas compañías navieras tomaron la decisión de descargar en otros puertos, como por ejemplo Singapur. «Por suerte, nos comunicaron que cuando la situación se normalice transportarán la mercadería al puerto final», detalló.
Pero esta logística de emergencia generó un nuevo problema con el cliente chino que pagó el anticipo del 30%. ¿Qué argumentan? «Piden la devolución de ese adelanto porque la mercadería no llegó a puerto«, aseveró. De todas maneras y a pesar de llevar casi 90 días en ascuas, Riusech piensa que la situación se irá normalizando poco a poco. «La incógnita es cuándo, hay quien dice dos meses y otros para mitad de año», afirmó.
En carne propia
¿Cómo vivió Gorina la crisis? «Nuestra empresa tenía un desempeño interesante en China o sea que hoy estamos dentro de las generales de la ley, tenemos un poco de todos los problemas», indicó.
¿El impacto entre los ganaderos? «A nivel nacional, la faena por día hábil de enero bajó más del 10%, en comparación a diciembre y noviembre. Pero por otro lado, vemos menos oferta de hacienda, sobre todo de novillos, con precios en alza. Parecería una contradicción», planteó.
La actividad ganadera venía de una época de seca en la que era muy difícil administrar las salidas, pero las lluvias regularizaron la oferta forrajera en buena parte del país. «Los productores tienen la opción de mantener los animales en el campo. Además, no se puede comprar dólares y se sienten más confiados conservando su capital en hacienda», subrayó.
¿Redireccionar mercadería?»Desde Gorina hay un incipiente crecimiento de los envíos a Rusia y Chile, estamos colocando un poco más en el consumo y algo estoqueamos, los que podemos guardar lo hacemos». ¿Estados Unidos? «Tiene diferentes alternativas comerciales. Una es de ellas es comprar productos kosher, pero nosotros este año estamos comprometidos con Israel, que se mantuvo con cotizaciones firmes. También piden carne para industria pero este rubro tenía mejor precio en China. Como empresa, nos enfocarnos a cortes de calidad, estamos haciendo algo en esa línea, pero la verdad es que el mercado no es tan receptivo», aseveró, refiriéndose a que el consumidor estadounidense está acostumbrado a productos de novillos ‘industriales’ muy homogéneos. «Nos cuesta mucho lograr operaciones constantes con nuestros bifes angostos, bifes anchos y lomos. Hay una primera barrera que es visual, aunque después cuando los prueban quedan fascinados. Habrá que hacer un trabajo que llevará mucho tiempo», se sinceró.
A futuro
Para Riusech, la clave para superar las crisis está en el déficit de proteínas de China y otros países asiáticos. «El problema no se solucionó y este año les seguirán faltando de 14 a 20 millones de toneladas de carne porcina», diagnosticó.
Además, la estructura de la cadena cárnica vacuna de la Argentina es una fortaleza. «Si uno mira una gama de abastecedores, como por ejemplo Paraguay y Uruguay, la mayor parte de la producción está destinada a los mercados internacionales. En cambio, en nuestro país tenemos un mix 70% consumo interno y 30 % exportación, y creo que con ello estamos muy bien parados. Por eso, mi visión del negocio es optimista», finalizó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne