La confusión es el estado que prima en el sector ganadero argentino, el negocio es una moneda que está girando en el aire y no se sabe cuándo va a caer, ni sobre qué cara. Tras un año de fuerte impulso exportador, con embarques récord que sostuvieron los precios de la hacienda a pesar de la baja en el consumo local, el 2020 empezó con un coctel que llevará a una reconfiguración obligatoria de la cadena.
Como explica el analista del mercado de carnes Ignacio Iriarte, “los negocios de exportación están en un parate inesperado por la conjugación de varios factores en China, país que el año pasado representó el 75 por ciento de las ventas externas”.
Los embarques a ese destino se habían incrementado producto de una demanda explosiva de proteínas animales y una oferta local limitada por la fiebre porcina, que redujo el stock de cerdos en China en un 40 por ciento según los datos oficiales. Hacia fin de año la tendencia se acentuó porque las empresas chinas necesitaban hacerse de carne para vender en el año nuevo lunar, el 24 de enero. Como presidente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), Ulises Forte estuvo presente en noviembre en la feria de importadores de China y fue testigo del furor que generaba el negocio, con colas de compradores en el stand argentino y precios promedio que rondaron los 7.500 dólares la tonelada. “Era impresionante, pero estábamos viviendo en una burbuja”, afirma.
Un informe reciente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes de la República Argentina (Ciccra) confirmó que las exportaciones de carne bovina de 2019 fueron las mayores de la historia al sumar 567.500 toneladas peso producto. Una de cada cuatro fue a la República Popular.
Ignacio Iriarte, analista del mercado ganadero.
Pero en diciembre, el gobierno de ese país advirtió que se estaba pagando demasiado y que eso estaba generando inflación en su economía, por lo que les cortó el crédito a los importadores. El precio promedio cayó entonces un 30 por ciento, y a las pocas semanas llegó el golpe que obligó a muchos frigoríficos a poner punto muerto: el brote de coronavirus. “China hoy está paralizada, no hay negocios”, asegura Iriarte en diálogo con Clarín Rural, y agrega: “Los otros mercados importantes -Rusia, Israel y Chile-, recibirán también la oferta proveniente de Uruguay y Brasil”.
Las exportaciones de carne bovina de 2019 fueron las mayores de la historia al sumar 567.500 toneladas peso producto.
Hugo Borrell, presidente del frigorífico exportador Arrebeef, dice que efectivamente el panorama de negocios con el gigante asiático es incierto. “Se están haciendo muy pocos negocios y a precios muchísimo más bajos”, remarca, y agrega: “Con Rusia, Israel, Chile y la Unión Europea estamos trabajando permanentemente. El mercado de Estados Unidos se abre muy lentamente porque estamos compitiendo con un producto de muy buena calidad”.
Hugo Borrel, presidente del frigorífico ArreBeef.
A pesar de esta situación, que nadie puede calcular cuán pasajera es, lo curioso es que el precio interno de la hacienda se mantuvo relativamente firme en las primeras semanas de 2020. “Estamos en una transición a un esquema de menos exportaciones y más mercado interno, y por ahora no aparece un reacomodamiento de precios”, destaca Iriarte.
Forte, por su parte, se pregunta si el mercado interno será capaz de absorber todo lo que se destinaba a la exportación. “El poder adquisitivo viene muy golpeado y este es un negocio que depende en un 80 por ciento del consumo interno”, advierte.
Con los pies sobre la tierra, el directivo del Ipcva y productor pampeano repasa algunas de las dificultades que enfrentan ahora, por ejemplo, los criadores. “Hoy por hoy, para el que tiene algo de plata es más atractivo ponerla en un plazo fijo que invertir en terneros. Desaparecieron del negocio los que compraban terneros para llevarlos a un feedlot de hotelería”, explica, y agrega que el negocio se mantiene para el que tiene la posibilidad de hacer una recría.
Ulises Forte, presidente del Ipcva: “Hoy por hoy, para el que tiene algo de plata es más atractivo ponerla en un plazo fijo que invertir en terneros».
Por su parte, el presidente de la Cámara Argentina de Feedlot Juan Eiras afirma que para ese eslabón de la cadena los números tampoco se muestran demasiado atractivos.“Para el feedlot, 2019 fue un año complejo porque el consumo interno no estaba en condiciones de pujar demasiado, y la exportación se compuso en gran medida de vacas, una categoría que no es la preferida por los engordadores. Los que mantuvimos un nivel de trabajo más importante el año pasado fuimos los que tenemos al feedlot como principal actividad, el resto desaceleró un poco”, asegura, y explica el impacto que la macroeconomía tiene en su negocio: “El primer golpe fue en abril de 2018, con la primera devaluación fuerte, porque actualizó los costos en forma inmediata y nuestro mercado de oferta y demanda tiene reacciones lentas, mucho más paulatinas”.
Juan Eiras, presidente de la Cámara Argentina de Feedlot: “Para el feedlot, 2019 fue un año complejo porque el consumo interno no estaba en condiciones de pujar demasiado, y la exportación se compuso en gran medida de vacas, una categoría que no es la preferida por los engordadores».
Respecto a los efectos que los golpes de timón fueron teniendo en el rodeo nacional, Iriarte observa que las categorías livianas están experimentando un aumento en el precio, que finalmente creció la actividad de recría en la Argentina y que se está viendo una faena con más novillos y vaquillonas y menos terneros. “Las vaquillonas que van a faena son animales a los que se les hace una recría y dan una carne de buena calidad bien recibida en el mercado, no implican necesariamente una liquidación de vientres”, explica el analista, y detalla que la faena de hembras actual es del 47,2 por ciento.
Aun faltan varias semanas para que se conozcan los datos oficiales sobre el stock bovino nacional, pero Iriarte indica que, según los parámetros que se suelen considerar, cabe esperar un stock similar al del año pasado pero con mayor porcentaje de novillos y unas 500.000 vacas menos. Desde Ciccra, mientras tanto, afirman que faltarán novillos pesados y que habrá 300.000 terneros menos.
De cara a 2020, Eiras confía en que al regreso de las vacaciones la clase media central, que es la que apuntala el consumo de carne, afirme la demanda “para que los precios puedan moverse”. El feedlotero también desea que haya una buena cosecha de maíz que aliviane la ecuación del corral a partir de marzo, ya que en las últimas semanas la escasez del cereal en el mercado interno ejerció algo de presión sobre los costos del engorde. “Pusieron retenciones y, en lugar de bajar un 15 por ciento, los precios de maíz aumentaron un 20”, ilustra Eiras.
En un plano más general, con la mirada en el mediano plazo, Forte remarca que ”hace años que no hay una política de incentivos para el sector ganadero”, y que “la única solución que existe es un ordenamiento del sector por parte del Estado para apuntalar sobre todo a los pequeños y medianos productores”. Los tiempos de la ganadería lo exigen, ya que como bien explica el pampeano, “una vaquillona que se cría hoy va a ser madre recién después de las elecciones legislativas, y un ternero que nace este año puede llegar a ser un novillo de exportación con el próximo gobierno”.
La sanidad, en deuda
Esteban Turic, CEO de Biogénesis Bagó, asegura que la Argentina sigue teniendo una enorme oportunidad y que la puede aprovechar aumentando su producción con la misma cantidad de vientres, solo necesita salir de una buena vez del estancamiento en materia reproductiva. Hace varias décadas que la tasa de destete nacional no supera el 70 por ciento, mientras que hay productores que alcanzan el 92.
Esteban Turic, CEO de Biogénesis Bagó.
“Un plan de vacunaciones básico para prevenir las principales enfermedades que limitan la producción o impiden alcanzar la frontera productiva demanda seis vacunas importantes para prevenir la brucelosis, el carbunclo, las enfermedades clostridiales, reproductivas, respiratorias y la prevención de diarreas. Considerando el rodeo nacional en 52 millones de cabezas, se debería haber aplicado en 2019 220 millones de dosis y lo real fueron 115 millones. Esto refleja que todavía el nivel de adopción de tecnología sigue siendo bajo y esto se debe en general a la falta de asesoramiento veterinario”, afirma Turic. Y agrega: “Todas la tecnologías necesarias para alcanzar la frontera productiva están disponibles y su costo no supera el 4 a 6 por ciento de los costos totales de producción, y sus beneficios son significativamente mayores”.
Fuente: clarin