El alto precio de la invernada obliga a reconfigurar todo el mercado. Los feedlots, con esta relación tan adversa de compra/venta, enfrentarían hoy importantes pérdidas por animal engordado, salvo que el ganado terminado en los próximos meses experimente una suba del 20 al 25 por ciento, lo que por ahora parece poco probable.
«Estos precios del ternero son irracionales, y lo que es peor hay algunos feedlots que los convalidan. Se gana con los kilos incorporados en el corral, porque la relación gordo/alimento todavía es favorable, pero pagando el ternero a 1,40 pesos por kilo vivo, una operación típica de engorde muestra hoy un quebranto de no menos de 4.000 a 5.000 pesos por ciclo», indicó un invernador.
El criador o recriador, con estos precios para la invernada, financia su retención: vende cada vez menos kilos para obtener los mismos ingresos necesarios para pagar sus gastos. Por razones estacionales, además, en los próximos meses se reduciría la oferta de vaca (gorda, manufactura y conserva) y se reduciría también a los mínimos anuales la oferta de invernada.
Más tiempo
Muchos operadores sospechan que de mantenerse la reposición tan cara, tanto feedlots como invernadores demorarán sus ventas de hacienda, a la espera de un salto del gordo, agregándole kilos para diluir la diferencia negativa de compra/venta.
Ya pasó en otras ocasiones, en especial en primavera. Esto es: altos precios para la invernada pueden inducir a alargar los ciclos de engorde, tanto en los corrales como en el campo. Este alargamiento se vería favorecido por la recuperación del precio del novillito recriado –muy buscado por los frigoríficos exportadores– y por los buenos precios relativos del novillo pesado. No habría un castigo a los kilos adicionales.
Los «feedloteros» confían en que con estos valores de la invernada en los próximos dos o tres meses la reposición de los corrales se reduzca en mucha mayor medida que otros años.
Esa situación haría que el faltante de novillitos y vaquillonas de enero-febrero se acentúe, y que entonces los precios -como sucede todos los años- se recuperen en términos reales. Pero también perciben que en los próximos meses la emisión monetaria va a persistir, y que la «huida del dinero» de los ganaderos podría sostenerse, e inclusive acentuarse y mantener así esta amplia diferencia de compra/venta por un buen tiempo más.
Qué puede pasar
Todo indica que en los próximos meses, y a medida que se vaya saliendo de la cuarentena, la inflación se acelerará (en agosto sería cercana al 3 por ciento). Eso afirmaría la preferencia de criadores, recriadores y productores mixtos por «las patas», ante la falta de instrumentos financieros para preservar el valor del dinero.
Las expectativas sobre el valor de la moneda y sobre el futuro valor del ganado son fundamentales en la determinación de la relación de compra/venta. El promedio de cociente invernada/gordo para el mes de agosto de los últimos 11 años es del 16,3 por ciento.
Otro factor que refuerza el escepticismo de los engordadores es que en forma tardía (mayo-junio) los corrales se han llenado, registrándose en la actualidad la misma cantidad de hacienda encerrada que a esta altura del año pasado. Aunque con una tendencia a vaciarse, es decir, a vender más que lo que se repone. Esta menor reposición tardará en expresarse en una menor oferta de gordo.
Una camada abundante de terneros –la más alta de la historia–, y feedlots con un encierre alto, al menos como el año pasado, llevan a pensar que es improbable que la sobreoferta estacional de octubre-diciembre se pueda evitar. A lo sumo, el alargamiento de los engordes puede “amesetar” el pico de oferta previsto, y evitar una sobreoferta puntual que haga bajar los precios.