En mayo, las exportaciones argentinas de carne vacuna registraron un récord histórico: 51.500 toneladas peso producto, de las cuales 5.500 toneladas fueron de carne con hueso, sea carcasas o cuartos.
La otra buena noticia es que en estas dos últimas semanas, los precios pagados han empezado a recuperarse de manera sostenida, después de haber bajado un 40 por ciento con respecto a la burbuja de valores de la primavera pasada.
En la provisión de China están avanzando Brasil y Argentina, que cubren hoy 60 por ciento de las importaciones de carne vacuna, y retroceden Uruguay, Australia y Estados Unidos.
China tiene un problema grave: su producción local de carne de cerdo, entre 2018 y 2020 cayó cerca de 40 por ciento a causa de la fiebre porcina africana, lo que ha causado un faltante de 15 a 20 millones de toneladas en la oferta doméstica. El gobierno habilitó más de 300 plantas frigoríficas de exportación de cerdo, vacuno y pollo en todo el mundo y subió sustancialmente las importaciones, especialmente de cerdo y vacuno.
Además, ha liberado o fomentado el “canal gris”, (carne vacuna que ingresa ilegalmente desde Vietnam y Hong Kong) y comenzó a liberar los importantes stocks acumulados desde que empezó la crisis hace dos años.
Los precios del cerdo al mostrador –que sería la variable más importante a seguir– han bajado seis meses seguidos, de noviembre a mayo. Pero en las últimas semanas han vuelto a subir 20 por ciento.
La cantidad de plantas frigoríficas proveedoras de China suspendidas a causa del Covid-19 en Estados Unidos, Europa y Brasil han trabado la importación de carne vacuna y porcina, que ahora parece comprometida por varias semanas.
Valores
En los últimos días los importadores están mostrando un interés renovado y los precios han comenzado a recuperarse, siempre dentro de niveles bajos: 3.900 a 4.000 dólares por tonelada. Con valores tan bajos, las exportaciones actuales a China por ahora se limitan casi exclusivamente a vaca conserva o manufactura, en cortes o en manta, en cuartos o con hueso.
A diferencia de lo que se embarcaba durante el segundo semestre del año 2019, cuando los valores excepcionales que pagaba este destino permitía incluir muchos cortes de novillos o vaquillonas, y hasta de hacienda de engorde a corral.
Hoy puede decirse que los volúmenes vendidos a China siguen siendo excepcionales: en mayo, 29 por ciento de la producción de carne bovina se destinó a ese mercado. En estas últimas semanas aparece cada vez más clara la competitividad de Brasil y Argentina, que tienen precios bajos en dólares por su hacienda, y las dificultades que están enfrentando Uruguay y Australia, cuyos valores del ganado le impiden concretar negocios con un mercado que paga bajos valores por la carne.
El gobierno chino no está dispuesto a convalidar aumentos en los precios de la carne importada, cuya participación –desde la óptica oficial– debe contribuir a hacer bajar los precios domésticos. China se ha vuelto un mercado volátil, inmaduro, imprevisible, donde las únicas certezas son que enfrenta un faltante enorme de carne, y que el gobierno no está dispuesto a permitir que los importadores paguen altos precios por la carne importada.