El perfil sanitario de la variedad, el estado fenológico, la identificación del patógeno y la correcta elección de un fungicida son factores básicos en la toma de decisiones. En las últimas campañas, las respuestas promedio a la aplicación de fungicidas que llevó adelante el equipo técnico de BASF fue de 813 kg/ha. En aquellas franjas, donde hubo una alta presión de enfermedades, las respuestas superaron los 1000 kg/ha y la misma comienza a impactar en algunos parámetros de calidad, como peso hectolitrito y proteína.
Hoy, la Roya amarilla representa una de las mayores amenazas para el trigo. El ataque inicial se presenta en manchones de pocos centímetros de diámetro, visibles por su color amarillento que avanza rápidamente hacia la totalidad del lote. Uno de los primeros focos suele darse sobre las cabeceras del lote en donde generalmente hay más densidad de plantas. También, se presenta en situaciones de cierre de entresurco en donde el ambiente es más húmedo y el ataque puede iniciarse desde el centro del lote hacia la periferia. La detección temprana es fundamental para el manejo de una enfermedad muy agresiva por ser policíclica (repite su ciclo hasta cinco veces en una campaña de trigo). Por eso es fundamental que los productores estén atentos a su evolución para poder combatirla a tiempo. Actualmente el 88% de la producción mundial de trigo es susceptible a esta enfermedad, lo que puede llevar a daños globales de más de 5 millones de toneladas de trigo y pérdidas anuales equivalentes al valor de mil millones de dólares.
La importancia de la elección del fungicida es fundamental ya que se pone en juego un alto porcentaje de rendimiento de cultivo. “Para un mismo cultivo de trigo y situación sanitaria, la aplicación del fungicida Orquesta™ Ultra mostró diferencias significativas en rendimiento y calidad si lo comparamos con otros tratamientos del mercado”, sostiene el Ing. Agr. Juan Pérez Brea, Gerente de cultivo de trigo y cebada de BASF.
“Esta exclusiva triple mezcla ha demostrado a campo tanto su eficacia frente a los diferentes patógenos, como su flexibilidad que permite aplicarlo en diferentes situaciones, en forma preventiva o curativa. Su formulación le permite ingresar a la planta y distribuirse en el interior fácilmente, logrando mayor eficiencia de control y entregando más días de protección”, agrega el Ing. Pérez Brea.
De esta manera, las prácticas de manejo para el control de enfermedades deben ser más exigentes este año en el conocimiento del perfil sanitario de la variedad. Es decir, es necesario aumentar la frecuencia del monitoreo y mantenerse informado del grado de avance de las enfermedades en distintas zonas a partir de los informes técnicos que brinda el INTA, BASF y otras entidades especializadas.