Alguna vez esta zona fue típicamente semiárida, pero desde hace unos años llueve a más no poder. En ambos contextos la directa es clave para abordar la gestión del agua. Ezequiel Martínez integra la Regional Del Campillo de Aapresid. La coyuntura lo ha convertido en un entendido en este tema, muy a su pesar. Su zona, entre Onagoity y Buchardo, en el sur de la provincia de Córdoba, ha sido sumamente afectada por los excesos hídricos.
Lo habitual para quienes producen cultivos comerciales en esta parte de la provincia mediterránea era enfrentar precipitaciones erráticas. Por eso la directa prendió con ganas. Ahora ya no es necesario capturar toda el agua que viene del cielo, porque llega en exceso, y otra vez la siembra directa es clave para gestionar el vital fluido. «La gestión del agua pasa a ser vital dado que es la principal limitante, antes por defecto y ahora por exceso. Tiempo atrás la directa y la participación de las gramíneas nos permitió mejorar la infiltración, disminuir la evaporación y poner a disposición del cultivo la mayor cantidad de agua posible. Este año, que tenemos un exceso de agua, lo tratamos con las herramientas agronómicas disponibles, que son los cultivos de invierno, comerciales o no. La idea es consumir agua para intentar deprimir la napa en alguna medida y llegar a la campaña siguiente con lotes transitables, que tengan capacidad para recibir el agua de lluvia nuevamente y utilizarla en el cultivo siguiente. Hace un tiempo que convivimos con napas muy altas. El uso del doble cultivo en directa es una herramienta que viene a aliviar este escenario. También estamos pensando en girasol para el año que viene», explica el gerenciador.
Sobrecostos
La de Martínez es una empresa que se dedica a la siembra de campos propios y arrendados, tanto para agricultura como para ganadería, e involucra una serie de establecimientos equidistantes de Onagoity. En general el potencial agrícola es bueno, son mayormente suelos clase IV con horizontes diferenciados y presencia de napa, que a veces los ayuda y otras los condena, como pasa ahora. Los problemas logísticos también pesan en la cuenta final. Puntualmente en esta zona el flete es un factor de relevancia dada la distancia a puerto. La casi ausencia de alternativas al camión es una complicación severa.
Para colmo llegaron además enemigos no invitados a la fiesta. «El avance de malezas resistentes a glifosato nos ha hecho caer en estrategias de control significativamente más caras. Los costos se fueron arriba entre u$s 20 y u$s 40 por hectárea según la táctica desarrollada en función de la gravedad del problema. Y empiezan a aparecer otras malas hierbas que no hacen sino seguir incrementando los gastos. Lo cierto es que no podemos hacernos los distraídos; es elegir entre la posibilidad de que los cultivos expresen todo su potencial o que directamente no lo hagan. La pérdida de rendimiento se paga. Y con los costos de fletes tampoco hay demasiadas formas de zafar; es posible diferir la operación al período en que suelen bajar, pero no mucho más. A veces se puede hacer y a veces no. Desde luego no tiene sentido recortar el uso de la tecnología para compensar gastos, porque se desaprovecha potencial productivo y el problema se agrava. Es un sobrecosto generado por kilos de cereal que terminan no vendiéndose».
Los alquileres suelen regalar dolores de cabeza adicionales. En el comienzo de campaña otra vez se trabajó esta parte de Córdoba sobre valores que exceden en alguna medida lo razonable. La situación ha sido modulada por los excesos hídricos, y en el caso de los campos que quedaron a salvo del agua -con acceso y que son altos- se estaban pidiendo precios de arriendo que en un año normal no se pagarían (20 o 30% más). «Los costos no bajaron, los precios no son mejores, el tipo de cambio no se modificó; no hay argumentos para justificar un aumento en los arrendamientos«, se queja nuestro entrevistado.
Esquema de cultivos
La rotación está armada en función de un balance agronómico a partir de un equilibrio en el aporte de nutrientes, la contribución a la materia orgánica del suelo y la cobertura. Desde ya la coyuntura económica y financiera también se tiene en cuenta, pero no como pieza excluyente. El esquema involucra trigo/soja-maíz-soja, en tercios. Tan delicada era la situación con el exceso de lluvias que el análisis de los números de la campaña 2017/18 fue quedando postergado por ganarle al agua y levantar la cosecha.
La coyuntura de malezas obligó a su vez a hacer cambios. «Por el yuyo colorado se fue complicando la chance de sembrar una soja siguiendo a un trigo, de modo que estamos empezando a probar con maíz de segunda -dice Martínez-. Por eso ahora la idea es modificar la rotación e ir hacia un esquema trigo/maíz- soja- cultivo de cobertura-soja. El trigo estuvo siempre en el planteo pero no en el mismo porcentaje. Se vio afectado por la política del gobierno anterior, hubo años en que no lo pudimos vender porque no había quien lo comprase. Pasábamos de un diciembre a otro con el trigo en los silos. Así, fue siendo reemplazado en parte por el cultivo de cobertura (CC). Ésta es una herramienta excepcional que permite definir el período de recarga para el cultivo siguiente manejando el momento de secada. Estamos usando mucho los CC, porque además colaboran notablemente con la gestión del agua».
Como CC Ezequiel privilegia el uso del centeno, aunque ha probado también vicia. «Para nosotros el centeno tiene muchas ventajas respecto de otros CC. Supera a trigo y cebada en cuanto a la tasa de crecimiento con bajas temperaturas, la capacidad de explorar el perfil mediante sus raíces, la facilidad de secado (con muy poco glifosato se muere), la alelopatía (nos ayuda en el combate de malezas aun después de muerto), la habilidad para generar biomasa, la respuesta a la fertilidad en términos de generación de esa biomasa. Descubrimos que nos daba muchos de los beneficios del trigo pero sin tener que atarnos a un negocio negativo«.
A decir verdad el trigo consume agua hasta los primeros días de noviembre, con lo cual se acorta el período de recarga para el cultivo siguiente. En cambio el centeno se seca a fin de septiembre o en encañazón/espigazón de acuerdo con el objetivo buscado. Y luego se tienen dos meses para hacer una soja o un maíz de primera, con el perfil lo suficientemente recargado, con la ventaja de que se cuenta con la cobertura que ahorra agua de lluvia en la medida que se evita que se evapore, en condiciones normales, claro.
El barbecho tiene un costo, pero probablemente el CC es algo más caro. Y es posible que al momento de secado el CC represente 50-60 mm menos que el barbecho largo, pero para cuando llega la implantación del cultivo siguiente muestra ganancia de agua porque se disminuye tanto la evaporación que se aprovechan mucho mejor los milímetros de lluvias posteriores, que en general superan los 50 mm. «Y podemos seguir ahorrando agua hasta que el cultivo cierra el surco, además de permitirnos manejar mejor las malezas. Una de las pocas consecuencias negativas es la inmovilización de nitrógeno producto de la descomposición del rastrojo, que nos obliga a poner más fertilizantes», subraya Martínez.
Más directa
En maíz empezaron probando cultivos de segunda y vieron que no funcionaban muy bien detrás del trigo. Y entraron con miedo al maíz tardío, que es otra cosa. «Hoy hacemos como mínimo un 90% de maíz sembrado en diciembre; de pronto dejamos una pequeña proporción en fecha por temor a que después se complique con el piso si la primavera es muy húmeda. Para el tardío hay que elegir materiales con una alta tasa de secado; en esto corresponde ser estricto. Y tenemos que ir corrigiendo el tema de malezas para el cultivo siguiente», detalla nuestro entrevistado.
En cuanto a la soja, si uno pretende extraerle el máximo potencial la ventana de siembra es relativamente corta. Es importante ajustar el ciclo de acuerdo con el ambiente. Y después se suma el manejo de malezas. «En este último tema estamos zafando con el uso de los premergentes, pero la mayoría pertenecen a los PPO y si se caen estaremos muy complicados -reconoce Martínez-. Respecto de los nuevos eventos no hay dudas de que los derechos de propiedad hay que pagarlos, pero nunca estuve de acuerdo con los planteos compulsivos como forma de cobrar este reconocimiento».
Cuando algunos creen que deben replantearse nuestros esquemas productivos habituales ante el aluvión de agua, Martínez duplica la apuesta. «Fui testigo del cambio que implicó a siembra directa en los sistemas productivos de la zona. La directa sigue con más directa, es decir, intensificación del sistema, más cultivos, varias rotaciones. Darle una vuelta de tuerca por el lado de los CC. Más materia orgánica, más vida en el perfil».