Soy director de investigación, desarrollo y servicio técnico de Rizobacter. Necesitamos respuestas concretas frente al desafío de producir más y mejores agroalimentos bajo un sistema sustentable. Ante esta realidad, la microbiolización de la agricultura se presenta como un nuevo paradigma productivo. Este modelo busca extender la utilización de los microorganismos y sus metabolitos presentes en el suelo para que solos o en combinación con fitosanitarios y fertilizantes maximicen la productividad.
Lo que distingue a la propuesta son sus beneficios, porque reduce el impacto ambiental negativo de los productos de síntesis químicas y mejora los procesos biológicos, los ciclos metabólicos y fisiológicos de biocontrol y la biofertilización de los cultivos.
La eficiencia de estas herramientas microbiotecnológicas ya se verifica en las bacterias fijadoras biológicas de nitrógeno y en las diferentes formulaciones osmoprotectoras y de bioinducción, que aseguran una adecuada nutrición nitrogenada de las leguminosas.
La investigación y el desarrollo ya están avanzando para lograr otras biotecnologías para una nutrición balanceada y un manejo eficiente de los estreses abióticos durante el crecimiento y desarrollo de los diferentes cultivos, tanto de producción extensiva como intensiva. También se avanza sobre curasemillas biológicos que permiten controlar múltiples patógenos de semillas de trigo y otros cereales de invierno.
La microbiolización no sólo incluye la elaboración de tecnologías a base de microorganismos. Con una visión más amplia, se extiende a productos químicos como los coadyuvantes y los agroquímicos, proponiendo la generación de bioherbicidas, biofungicidas y bioinsecticidas que reemplacen o complementen a los agroquímicos, o mejoren el perfil de diferentes moléculas coadyuvantes. Los beneficios se traducen en un incremento de la eficiencia y del espectro de control de plagas y malezas, con un menor impacto ambiental.
Está demostrado que las herramientas microbiológicas aumentan la biodiversidad y mejoran la resiliencia de los ambientes productivos agropecuarios. Además, incrementan la captura de carbono y con ello mejora el contenido de materia orgánica de los suelos.
Por Gustavo González Anta
Por La Nación