Rubén Ángel Don es un productor ganadero que, en 1.600 hectáreas del establecimiento “La Blanca”, en el sudeste de Santiago del Estero, se dedica a la cría de animales.
Cuando habla de la actividad, cuenta que el principal problema era la baja preñez de las vacas: “En años buenos llegábamos al 60 por ciento y en años malos no superábamos el 40 %”, señala.
Pero ahora, con el asesoramiento profesional de técnicos de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Este de Santiago del Estero, logró elevar en el último año ese índice a 83 por ciento.
¿Cómo lo logró? Con un combo integrado por tres estategias de manejo: organizar el rodeo, planificar la oferta de forraje y mejorar el aspecto sanitario y reproductivo.
Trabajo
Úrsula Wolf, investigadora en Producción Animal de esa unidad del Inta, fue uno de los profesionales que asesoraron al productor santiagueño.
En diálogo con Inta Informa, explicó que “en general, existe poca información sobre cómo intensificar la actividad, en una región con diversas limitantes ambientales”.
Y agregó: “La clave del éxito está en lograr el mayor número de terneros al año para lo cual es necesario organizar el rodeo, planificar la oferta forrajera y hacer un buen manejo sanitario”.
En el caso de La Blanca, Wolf precisó que la primera decisión fue “estacionar el servicio”; para eso, utilizaron la condición corporal como herramienta para tomar decisiones de manejo y armaron lotes por categoría de animales.
La organización del rodeo implica la separación de animales por sexo, categorías según las edades y requerimientos nutricionales. “Nosotros recomendamos que el rodeo de vacas adultas se mantenga separado de las vaquillonas de segundo servicio y de los animales de recría, además de mantener aislados a los machos reproductores hasta la época de servicio. Esto facilita el manejo nutricional y sanitario de todos los animales”, señaló Wolf.
Forraje
Para Sebastián Valiente, extensionista del Inta Malbrán, todas las prácticas aplicadas a los animales deben ser acompañadas por un adecuado manejo del forraje, teniendo en cuenta que, en general, la ganadería en esta zona del país es extensiva y se desarrolla en campos con pastizales naturales.
“El manejo de los pastizales tiene un rol estratégico para la ganadería bovina de cría y permite ajustar la carga animal para que el sistema sea sustentable y rentable en el tiempo”, afirmó Valiente.
En Santiago del Estero, las lluvias se aproximan a los 900 milímetros al año y se distribuyen en el periodo primavera-verano. Esta característica hace que, en la estación seca, la calidad del forraje disponible no sea adecuada para cubrir los requerimientos nutricionales de las distintas categorías y, en algunos casos, se recomiende la suplementación con subproductos de oleaginosas como expeller de soja u algodón, burlanda de maíz o semilla de algodón.
“La idea es buscar la opción que resulte más conveniente económicamente y suministrar un 0,5 por ciento en relación con el peso vivo del animal y por día. En caso de no tener suficiente cantidad, ni calidad de forraje disponible, la suplementación debe ser con algún alimento voluminoso, como silajes o henos”, añadió Wolf.
Según esta especialista, para lograr que los vientres lleguen a tener un ternero por año es fundamental prestar especial atención a la condición corporal –herramienta visual que sirve para estimar el estado nutricional de los animales en base a la observación de las reservas de grasa–. “Por regla general, aquellos animales que no están bien alimentados permanecen durante más tiempo sin gestar un ternero y, como consecuencia, afecta el índice de preñez deseado”, resumió.
Sistema demostrador
Así fue que, luego de dos años de trabajo, el establecimiento La Blanca se convirtió en un sistema demostrador de cría bovina.
Además de las prácticas que hacen al manejo de los rodeos, incorporaron el registro de todas las actividades en planillas, lo que permite un seguimiento de los animales: desde fechas de ingreso y salida a los lotes en pastoreo, la categoría animal, hasta el número de animales que utiliza cada recurso.
“Comenzamos a trabajar en este proyecto en 2015 y, dos años después, no sólo tenemos algunos resultados, sino que mejoramos los índices de preñes y los kilos de carne producidos por hectárea que tenía el establecimiento”, puntualizó Noelia Continelli, extensionista INTA Malbrán.
“Queremos que este sistema sea demostrador para otros productores de la zona”, agregó Continelli.
Un tema importante a destacar es el beneficio económico de aplicar mejores estrategias de manejo.
“El registro de gastos directos y el valor de compra (ingresos) y venta (salidas) de hacienda sirvió para poder evaluar el resultado económico del sistema, así como el cálculo de la producción vacuna, para la determinación de la producción anual. La reorganización del rodeo, el manejado nutricional y reproductivo diferenciado y la suplementación invernal estratégica, entre otras, contribuyeron a que los cambios se hagan evidentes”, concluyó Wolf.