En un informe de reciente divulgación la fundación FADA recuerda que dos tercios de las exportaciones argentinas se originan en el sector agropecuario, tomando a las “cadenas agroalimentarias” como una totalidad.
La generación de divisas desde el sector primario y agroindustrial no es una novedad, así como tampoco lo es la relación superavitaria de esas exportaciones con la deficitaria de industrias exportadoras que requieren de insumos importados para producir.
Incluso si se le descuenta al agro alrededor de 4.000 millones de dólares que -según el INTA- se extraen anualmente del suelo sin reponer en cada campaña agrícola y se embarcan con el grano, los alrededor de 38.000 millones de dólares de exportaciones del “campo” marcan un holgado saldo favorable.
Tampoco es novedoso que el gran generador de divisas está enormemente expuesto a factores exógenos que desafían en cada campaña la afirmación criolla sobre la nacionalidad de dios. Es que cuando se miran hacia adentro los números del sector agropecuario y agroindustrial la concentración de las exportaciones, no por conocida, deja de dar “cosita”.
Sobre datos de varios informes del INDEC de 2016, se concluye que 4 de cada 10 dólares exportados por la Argentina se deben al complejo soja (incluido biodiesel), maíz y trigo, en ese orden. Estas tres “potencias” y su industria procesadora exportaron productos por 24.978 millones de dólares en 2016, el 41% del total de las ventas al mundo de la Argentina.
Puede decirse que el “campo” como totalidad en materia de comercio externo se reduce a esos tres complejos granarios que dan cuenta del 66% de todo lo que exportan los sectores agropecuarios y agroindustrial.
Los demás productos y complejos suman 12.590 millones de dólares que representan el 21% del total de las exportaciones argentinas de 2016 -incluida la carne vacuna y lácteos- y el resto de los productos cuyo origen suele englobarse en lo que se denomina “economías regionales”: frutas, hortalizas, tabaco, algodón, vino, miel, etcétera.
Soja, trigo y maíz son en resumen la mayor fuente genuina de generación de divisas del país. Tres productos cuyas variables principales de producción no se controlan: clima y precio. Hay otros factores que pueden prevenirse como la sanidad vegetal frente a una enfermedad o insectos devastadores.
Tampoco están a salvo las manufacturas que generan agregado de valor sobre esos cultivos, a partir de cierres de mercado como ocurrió con el biodiésel en los Estados Unidos por mencionar el más reciente. Si bien estos conflictos pueden resolverse la solución llega luego de lentos y prolongados procesos de negociación.
