La siembra aérea ha demostrado ser una alternativa con ventajas para la siembra de grandes superficies por su simplicidad operativa, rapidez de implementación y bajos costos relativos, sobre todo cuando se la emplea en sistemas mixtos sobre cultivos de verano.
Según un informe distribuido por la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca), que reproduce Agrovoz, en 2017 más de 100 mil hectáreas fueron sembradas con esta técnica en el país, lo que demuestra el nivel de profesionalismo y calidad de la aviación agrícola argentina. «Podemos afirmar que el compromiso y respeto por la salud, medio ambiente y producción de alimentos es un pilar fundamente sobre el cual se desarrolla la actividad aeroagrícola en argentina», destacó la entidad.
Los aviones agrícolas tienen la capacidad para la siembra de arroz, avena, centeno, cebada sobre otros cultivos y siembra de pasturas para ganadería en terrenos bajos o de difícil acceso.
En el caso de las pasturas, la principal ventaja de la siembra aérea es la posibilidad de sembrar sobre otros cultivos en crecimiento, como por ejemplo, sobre soja, trigo o maíz, de forma que cuando este es cosechado, el nuevo cultivo ya ha comenzado su desarrollo.
También se puede hacer resiembra de especies naturales sobre montes o en suelos no aptos para transitar con equipos terrestres y se mejora la producción de forraje en zonas marginales para la agricultura (campos bajos, recortes de chacra). Además, es importante destacar que, en zonas complicadas por perfiles demasiado cargados de agua es una forma de deprimir las napas, ya que las pasturas tienen un gran consumo de agua. Esto es un enorme beneficio, ya que contribuye a que los productores no pierdan sus cultivos debido a las lluvias excesivas y puedan acceder a cosechar.