La “superficie de indiferencia” que es necesaria trabajar para que una pulverizadora propia sea rentable es de un mínimo de 13.000 hectáreas anuales. “Por encima de esta superficie los ingresos superan a los costos y el margen neto se vuelve positivo”, indica el último Informe Microeconómico publicado por CREA.
El análisis para calcular la conveniencia de comprar una pulverizadora respecto de la contratación del servicio se realizó en base a un equipo autopropulsado con 2800 litros de capacidad, motor de 120 HP, botalón de 28 metros, porta-picos quíntuples con tres juegos de pastillas, piloto automático, banderillero satelital con mapeo y corte automático por sección y vigía de ruedas. También se contempló la compra de una camioneta, una casilla, un tanque cisterna con capacidad de 1500 litros de almacenamiento. La inversión inicial requerida es 3,27 millones de pesos.
Para calcular los costos operativos, se asumió un consumo de gasoil de un litro/ha y un salario mínimo de 32.300 pesos mensuales para conductores de equipos autopropulsados, según disposición de la Comisión Nacional del Trabajo Agrario, con sus correspondientes aportes y contribuciones. Además se consideró una bonificación anual de 1,0 $/ha al superar las 18.000 ha/año.
“A medida que aumenta la cantidad de hectáreas realizadas al año, los costos por ha disminuyen. Esto se debe a que a mayor superficie pulverizada al año, se diluyen los costos fijos del proyecto”, resalta el informe (ver gráfico).
“A la hora de invertir en un pulverizador, es importante conocer y tomar las medidas técnicas y operativas adecuadas para no producir un impacto ambiental negativo. Por esto mismo, en la evaluación del proyecto se contemplaron los gastos en asesoramiento técnico”, señala el informe.
El período de repago –que indica la cantidad de años, según el flujo de fondos, que transcurren hasta que se recupera el capital invertido– se calculó en 9,2 años para superficies trabajadas de 13.000 ha/año y en 5,7 años para 18.000 ha/año.