Más allá de la coyuntura climática, hay buenas noticias para la ganadería argentina. Con la consolidación de las compras de China y la expansión de la economía global, el comercio de carne creció un 4% en 2017 y hoy sigue pujante. Las asignaturas pendientes. Por Miguel Gorelik.
En medio de un contexto climático adverso, el dinamismo del mercado mundial brinda una mirada positiva para la cadena cárnica local. El dato más alentador, es que tras la caída del comercio iniciada en 2014, los números al cierre de 2017 muestran una plena recuperación, con un crecimiento del 4% en relación al año previo.
La mejora se refleja en el comportamiento de seis de los principales países exportadores (India, Brasil, Australia, Estados Unidos, Uruguay y Paraguay) que representan el 80% de las ventas mundiales de carne vacuna y que, aunque con distinta intensidad, muestran un desempeño positivo.
El grupo viene creciendo bastante parejo. En los últimos seis meses, Brasil se destaca por un incremento interanual de 30%; los demás mejoraron entre 5 y 9%, salvo Uruguay que lo hizo en un 2%. El promedio ponderado de estos países arroja una suba del 12% en la misma comparación.
Este escenario se apoya en la consolidación de las compras de China y Rusia, y el fortalecimiento de la economía de países ricos, como Japón y Corea, además de la expansión de la demanda en otros mercados no tradicionales, que también favorece la integración del negocio de la industria frigorífica.
La mayor duda es si este escenario positivo puede mantenerse en el tiempo. Cabe recordar que entre 2014 y 2015 se registró una crisis internacional que provocó el reacomodamiento del tipo de cambio de las principales monedas del mundo con un impacto muy fuerte sobre las materias primas, encabezadas por el petróleo, cuyo valor se redujo a la cuarta parte en el período.
En el caso de la carne, una de las consecuencias directas fue la drástica reducción de las compras de países petroleros, muy afectados en su economía, como Irán, Egipto y, fundamentalmente Rusia, otrora uno de los principales importadores del mundo. Sin embargo, la caída en los precios internacionales de la carne fue mucho más leve que la de otras materias primas.
En lo inmediato, la principal amenaza está dada por la disputa comercial que están amagando Estados Unidos y China. La semana pasada, el país asiático informó que subirá los aranceles a la importación de más de una centena de productos norteamericanos, entre ellos la carne vacuna. Sin embargo, un aliciente es que menos del 1% de estas exportaciones se dirigen a China, por lo que la medida, de concretarse, no tendría un impacto directo sobre el comercio internacional de carnes vacunas.
Desde luego, una disputa entre las dos principales potencias económicas del mundo, podría tener consecuencias sobre el conjunto de la economía y el comercio global, cuya dimensión aún es difícil estimar.
La fortaleza de la carne
En un mundo cambiante, es importante destacar que el negocio de la carne goza de mayor estabilidad que el de otras materias primas agropecuarias que exporta la Argentina como soja, maíz y trigo.
Esto quedó demostrado en la última década, con el auge de precios de los cereales y oleaginosas, previo a la crisis internacional de 2008. Si bien la carne vacuna no alcanzó los aumentos relativos de los granos, resistió mejor la baja a partir del quiebre de ese año. Incluso, con la problemática de 2014, los precios se mantuvieron en alza por más tiempo, cuando ya habían empezado a caer los granos, y luego decrecieron menos.
Esto significa que los fundamentos que explican la suba del precio de la carne -crecimiento de la riqueza, movimientos demográficos y cambios en la dieta de la nueva clase media mundial- son más sólidos que para otros alimentos.
En la Argentina
Los cambios en las condiciones económicas y de reglas de juego para la actividad de ganados y carnes a partir de diciembre de 2015, le permitieron al país aprovechar parte de este nuevo escenario global. Esto está demostrado en sus embarques que, luego de estar estancados en unas 200 mil toneladas durante los últimos cuatro años del Gobierno de Cristina Kirchner, alcanzaron las 230 mil, en 2016, y las 310 mil, en 2017. Para 2018 se pronostica una nueva suba hasta las 350/360 mil ton. Es decir que en tres años habrán crecido un 75%.
Hoy, una de las principales limitantes que tiene la Argentina para aumentar sus exportaciones es la escasez de novillo pesado, principal categoría que da origen a la carne que se comercializa internacionalmente.
Indudablemente, después de las políticas adversas que hubo durante tantos años también se necesitan hacer inversiones en el campo y en la industria para aumentar la productividad y modernizar faena. Algunas ya se están realizando pero todavía falta para recuperar el tiempo perdido. Otro tema pendiente, son las obras de infraestructura en rutas y puertos, para bajar costos logísticos.
Por último, a la hora de analizar las tareas a resolver para darle mayor solidez a las ventas externas, es necesario que el Mercosur avance en acuerdos de libre comercio y que continúen las gestiones argentinas para abrir mercados cerrados o limitados por cuestiones sanitarias.
En el primer caso, la falta de cierre del acuerdo con la UE no es una buena noticia, aunque todavía hay chances. Las negociaciones que se llevan adelante con Canadá y la EFTA(asociación comercial entre Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein) van en sentido positivo.
En materia de aperturas sanitarias, no hay que dejar de insistir con que una tercera parte del comercio mundial está vedado para la carne fresca argentina. La apertura de EE.UU. se demora más allá de lo prudente, lo que también afecta el aprovechamiento de la habilitación canadiense.
Los avances con Corea del Sur parecen alentadores y con Japón recién estamos empezando, pero no se pueden esperar resultados en el corto plazo. También habría que poner énfasis en Taiwán que llegó a abrir su mercado antes de la crisis de aftosa de 2000-2001 pero nunca lo reabrió.
Poniendo todo en la balanza, los aspectos positivos sobrepasan a los negativos. La Argentina seguirá aumentando sus exportaciones y esto generará un aporte consistente para su ganadería, la generación de empleo y la economía del país.