En la última semana las principales firmas alimenticias de la Argentina, entre las que se destacan Mastellone Hnos, Arcor y Molinos Río de la Plata, presentaron sus balances de 2019 y el denominador común para todas ellas fue que terminaron con saldo negativo, como producto en gran medida de la caída el consumo y la fuerte devaluación del peso.
La excepción a la regla vino de la mano de Adecoagro, que luego de haberle comprado dos plantas industriales a la cooperativa láctea SanCor terminó el 2019 facturando 10% más que el año anterior, hasta sumar 891,5 millones de dólares. Al mismo tiempo su ganancia neta alcanzó los 342.000 dólares, cuando el año anterior había anotado un resultado negativo de 23,2 millones de dólares.
La compañía comandada por Mariano Bosch logró sacar ventaja en un año en el que faltó leche en el mercado local, porque justamente actualmente Adecoagro es la única empresa láctea que tiene tambos propios y no solo eso, sino que además es el productor más grande de la Argentina con alrededor de 100 millones de litros al año.
En este marco, en la memoria de su último balance la empresa remarcó: “Desde la integración de nuestras operaciones agrícolas e industriales a principios de 2019, pudimos beneficiarnos de la fuerte demanda interna como resultado de la escasez de leche durante el primer semestre del año, lo que condujo a mayores volúmenes de producción y venta, además de un aumento de precios que mejoró márgenes. Tener nuestras propias instalaciones nos permitió procesar nuestra propia leche cruda además de la leche de terceros y tener la flexibilidad de desviar las ventas, ya sea a nivel nacional o internación, basado en la rentabilidad”.
Mientras tanto la historia de Mastellone fue totalmente distinta porque incluso, no solo terminó con saldo negativo (perdió 50 millones de pesos) sino que también sufrió en carne propia la falta de materia prima y la caída del consumo que en el rubro se hizo sentir todavía más que en otros segmentos de la canasta básica.
Incluso desde Mastellone meses atrás advertían que la situación de la industria láctea argentina era crítica porque la caída de los precios internacionales hacía inviable el negocio exportador y en paralelo el mercado local no mostraba señales de recuperación.
Por su parte, Arcor terminó con un resultado negativo de 144 millones de pesos, con la diferencia que logró mejorar bastante respecto al 2018 cuando había mostrado un rojo de nada menos que 1.555 millones. La empresa de Luis Pagani también cerró con una menor facturación porque en 2019 sus ventas alcanzaron los 2.600 millones de dólares, mientras que un año antes sumaban 2.800 millones de la misma moneda.
En este marco Arcor buscó en los últimos meses refinanciar pasivos y dirigir sus estrategias de inversión a mercados por fuera de la Argentina, específicamente en México y África. Específicamente en el país Azteca tiene proyectada una inversión de 100 millones de dólares y en Angola está construyendo una planta de producción de caramelos y golosinas junto a un socio local.