Cuando las economías crecen a buen ritmo, aumenta el ingreso de la población y el consumo de proteína animal, en especial el de carne vacuna, que es relativamente cara comparada con la de cerdo y pollo. Como contrapartida, con un PBI mundial que se estima sufrirá una importante caída, a raíz de la pandemia del Covid- 19, el consumo de carne vacuna bajará.
La oferta también se adecua a esta situación, reduciéndose. En varios de los principales países productores los corrales de engorde están disminuyendo drásticamente la cantidad de animales. Y los números son bastante coincidentes en los tres principales exportadores mundiales.
En Estados Unidos, al 1º de abril, la cantidad de vacunos en los corrales de engorde de más de 1.000 cabezas, de acuerdo con lo informado por el Departamento de Agricultura (USDA), era de 11,3 millones de cabezas, 5,5% menos que en el mismo día del año anterior. Es la mayor caída porcentual desde 2003, cuando estalló el problema de la vaca loca en la ganadería estadounidense.
En Brasil, el Instituto Mato-Grossense de Economía Agropecuaria (IMEA) estima que la intención de encerrar animales de los productores de Mato Grosso -el estado con más vacunos del país-, es 30% inferior a la del año pasado. En el caso de Australia, el número de bovinos en feedlots podría caer 30% en el trimestre abril-junio de 2020, de acuerdo con el analista Simon Quilty.
En definitiva, la producción de carne tiende a desacelerar la velocidad de engorde. El impacto sobre el mercado se sentirá igual, pero lo hará en menor medida debido a esta estrategia que está siendo tan global como la crisis.
Extractado de Fax Carne, 27 de mayo