Las exportaciones de carne vacuna crecieron 25 por ciento en los primeros siete meses del año, en un escenario de fuertes oscilaciones a lo largo del período. Estas variaciones afectan la medición del consumo doméstico.
De la mano de la cambiante demanda china, la participación de la exportación ha pasado del 22 por ciento de la producción total en febrero al 33,8 por ciento en mayo.
Mientras tanto, hay fuertes cambios de un mes para el otro en la medición del consumo, que ha pasado a ser casi una variable residual de la exportación a China. Si tomamos el consumo como un promedio móvil de los últimos tres meses, vemos que la ingesta en realidad está estabilizada hace seis meses en el orden de los 51 kilos per capita.
El consumo estuvo, de manera sorpresiva, firme en el inicio de la cuarentena, con gran parte de la población recluida en sus hogares; luego cedió en mayo-junio y desde entonces parece haberse estabilizado. Aunque en las últimas semanas muestra los límites en los precios que está dispuesto a pagar.
El comercio minorista, con un gran protagonismo de las carnicerías, ha logrado durante la cuarentena colocar –con ofertas– los cortes circunstancialmente “atrasados” o difíciles de vender: asados (un corte “social”), bifes y lomos.
El consumo, en un marco general de debilidad, se vería algo favorecido por la relajación de la cuarentena (hay más reuniones familiares) y por la recuperación de los precios al público del pollo y del cerdo, cuyas cotizaciones en los últimos meses habían retrocedido por debajo de los costos de producción.
Hoy la exportación de la carne vacuna se ubica en el orden del 27 al 29 por ciento de la demanda total, mientras que el precio FOB promedio en julio se ubica un 21 por ciento por debajo de un año atrás.
Seca
Si la sequía persiste puede preverse que aumente la oferta de los terneros que estaban retenidos y que se incremente también la oferta de lotes de recría.
Eso vendrá de parte de los productores que se están quedando sin pasto, sea campo natural, praderas o verdeos, que con la falta de lluvias y el frío se han ido terminando.
Los precios de la invernada, tanto la liviana como la pesada, si bien han empezado a aflojar todavía son buenos. Y la alternativa de suplementar con grano o encerrar deja de ser conveniente por las recientes subas del precio del maíz.
La oferta de vacas puede subir también por la sequía, una categoría que por la presión compradora de China sobre los frigoríficos tiene hoy un precio más que interesante.
Muchos ganaderos ven que las reservas se van a agotar en pocas semanas y que el precio actual del maíz y del forraje induce a aliviar los campos, muy afectados por el frío y la falta de lluvias.
Si se confirman los pronósticos, que prevén lluvias escasas o insuficientes para lo que resta de septiembre y parte de octubre, la vaca perderá estado corporal. La consecuencia será una caída en la preñez del próximo servicio, el cual en algunas zonas comienza en 15 días.
Esta eventual mayor oferta de invernada o de lotes de recría, encuentra al feedlot en una difícil situación: el precio del maíz subió 25 por ciento en dos meses y la diferencia negativa de compra-venta es todavía muy alta.
Para una clásica operación de engorde, pasar de 200 a 380 kilos, con los precios actuales el negocio refleja importantes pérdidas.
La mayoría de los feedlots no está reponiendo. El sector confía en que el faltante estacional de hacienda liviana de enero-febrero se adelante este año a noviembre, a causa del vaciado anticipado de los corrales.