Cuando el 2019 se iba despidiendo, las cooperativas agrícolas se asumían como potenciales beneficiarias del efecto dominó que había producido la crisis de algunos grandes jugadores del agronegocio. Postulaban que la confianza, uno de sus principios rectores, iba a ser revalorizada. Un año después, nuevamente consultadas por Agrofy News, confirmaron su pronóstico y analizaron por qué volvieron a ser elegidas por los productores, logrando en varios casos cifras récords, fundamentalmente en materia de acopio.
Un caso paradigmático lo constituye la Unión Agrícola de Avellaneda (UAA), que a finales del año pasado había entrado en shock cuando Vicentin anunció su cesación de pagos. La agroexportadora le dejó debiendo más de 1.000 millones de pesos. Las alarmas se encendieron, pero rápidamente sus dirigentes apelaron al famoso proverbio chino que reza que “en toda crisis hay una oportunidad”.
Los referentes de la empresa con sede en el norte santafesino entendieron que sin Vicentin había más para ganar que para perder, y allá fueron. “Fue un gran año, en varios puntos. Por ejemplo el año pasado habíamos acopiado 1,3 millones en cereales y ahora ya estamos en 1,8 millones, un récord. Muchos productores, ante la imposibilidad de llevarla a Vicentin, vinieron con nosotros”, contó Fabián Sánchez, gerente general de la UAA.
Un segundo hito sucedió con la producción algodonera, donde la cooperativa quebró una marca que no superaba desde 1996, cuando procesó 56.000 toneladas. «Después de ese tiempo el algodón se vino para atrás, pero este año estuvimos alrededor de las 70.000 toneladas«, agregó Sánchez. Otro tanto ocurrió con el girasol. La UAA logró trabajar de forma directa con la fábrica Buyatti, que antes tenía exclusividad para operar con la firma hoy concursada. «Hicimos casi 100.000 toneladas de semillas de girasol, que las procesamos y vendimos nosotros», dijo Sánchez.
Gonzalo Turri, gerente general de la cooperativa Guillermo Lehmann, manifestó un panorama similar. “El mundo cooperativo le ha ido muy bien”, señaló, para luego decir que en su empresa “también estuvimos en esa tónica”, debido a una combinación de factores: “Contar con espacio suficiente de almacenaje en un año de excelentes rindes motivó que todos los que teníamos espacio de recepción y almacenaje nos diera una gran performance. A eso sumale que los productores entregadores de los acopios o cooperativas que pagaron a pesar de los distintos defaults que tuvo la cadena, no tuvieron que ocupar su rico tiempo en saber si iban a cobrar o no”, explicó.
Si bien aseveró que “no es posible identificar exactamente cuánto es por efecto de los defaults”, para Norberto Niclis, vicepresidente de Coninagro, también fue un año positivo para las cooperativas. “Efectivamente hay más consultas, más actividad. Hubo una confianza que se trasladó hacia las entidades formadas por productores”, indicó.
El también delegado de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) agregó que, además, el fenómeno se afirmó por el hecho que no fue la caída aislada de un gran jugador, sino de varias empresas, que cayeron en cadena. “Eso fue desilusionando al productor y sin dudas que fue mayormente aprovechado por aquellas cooperativas que históricamente tienen desde siempre un objetivo de crecimiento”, agregó.
Para el ingeniero agrónomo Néstor Roulet, cuyos análisis son muy seguidos desde sus redes sociales, existe una desconfianza general de los productores en el sistema. Esto, si bien incluye a las cooperativas, le permitió ganar lugar en algunos nichos, fundamentalmente en materia de acopio. “Hay algunos productores que si bien desearían guardar cereal en silobolsa, no lo hacen por el miedo que les genera el tema vandalismo. Y ahí pueden ganar las cooperativas porque hubo muchos acopios que quedaron presos de la crisis de Vicentin”, explicó.
Además de las cifras récord que mostraron algunas cooperativas, este año también fueron protagonistas por las inversiones que protagonizaron. Sin dudas la más importante fue la inauguración, en julio pasado, por parte de ACA de su nueva terminal en Timbúes, que demandó un desembolso por 143 millones de dólares y permite una capacidad de almacenaje por 200 mil toneladas.