La chinche verde es un enemigo natural de la planta de soja y que este año se presenta como una amenaza. Las investigaciones arrojaron que la saliva es el principal componente dañino que afecta a las semillas.
En este sentido, un grupo de investigación de la FAUBA y el Conicet logró describir la composición de la saliva de este insecto. A partir de ahí se busca aumentar las defensas de las plantas.
En soja, se calcula que cada año provoca pérdidas de hasta 5 % en los rendimientos, señaló Sobre la Tierra de la FAUBA. En este sentido, Jorge Zavala, docente de la cátedra de Bioquímica de la FAUBA e investigador del Instituto de Investigaciones en Biociencias Agrícolas y Ambientales (INBA-UBA/Conicet), explicó a Sobre La Tierra que muchas veces los agricultores recién advierten los daños causados por la chinche verde en la soja tras la cosecha.
En esta etapa es tarde la detección porque las semillas ya quedaron afectadas en su poder germinativo, en la calidad industrial y en el rendimiento. Ante esta situación, Zavala lidera un grupo de investigación que estudia las interacciones de las chinches con el cultivo de soja.
“Inicialmente estudiamos el efecto bioquímico de la picadura de la chinche en la soja, para conocer los mecanismos de defensa de la planta en relación a los que pone en práctica frente a otros insectos. Nuestro último trabajo publicado permitió demostrar que en realidad no es el daño mecánico que el insecto genera con su estilete suctor lo que afecta a la planta, sino la composición de la saliva”, explicó Romina Giacometti, docente de la cátedra de Bioquímica de la FAUBA e investigadora del INBA, quien es la primera autora de la publicación.
Giacometti comentó que la chinche tiene una maquinaria sofisticada para alimentarse. El informe publicado por la FAUBA señala que este insecto posee el estilete con el cual pica los granos de la soja y, a medida que va succionando, también va inyectando saliva con enzimas que degradan los tejidos de las semillas.
“Se trata de una forma eficaz de digerir y absorber el valor nutricional de los tejidos vegetales y el contenido de las semillas, pero, en esta carrera armamentista, la planta tampoco se queda atrás y se defiende”, explicó. Por otra parte, Zavala comentó a Sobre La Tierra que los actuales cultivos transgénicos de soja poseen la tecnología Bt, que brinda protección contra los insectos lepidópteros, pero que no controlan a la chinche.
“Entonces la única forma de controlarlas es con insecticidas, y generalmente se aplican dosis altas”, advirtió. Para evitar esta situación se avanza en nuevos desarrollos para aumentar la defensa de la planta.
“Estas investigaciones nos sirven para entender qué compuestos son los que la planta de soja detecta específicamente y actúan para aumentar las defensas. En la medida que los identifiquemos, en el futuro podemos manipularlos y aplicarlos de alguna manera para que la planta de soja tenga más defensa y la chinche no la quiera comer”, agregó Zavala.
Giacometti agregó: “A futuro se podría trabajar sobre esas proteínas que la chinche inyecta en la planta y recorrer un camino inverso como para proteger genéticamente al cultivo de la soja ante el ataque de estos insectos”.