La soja, que en la historia reciente se presentaba como superpoderosa, parece haber comenzado a perder algo de brillo a mano de los cereales, mientras que la alta dependencia con el Mercosur y China insinúa morigerarse por el mayor protagonismo de Europa, Canadá, México y Estados Unidos al momento de ingresar divisas al país, una tarea fundamental para la salud de la economía doméstica. Así lo muestra un informe del Indec que explica el comportamiento de los principales complejos exportadores el año pasado y muestra que las ventas al exterior alcanzaron el año pasado los US$ 58.384 millones, menos de un 1% por encima de 2016, en parte porque los precios de los productos en los que se destaca el país tuvieron un mal pasar en el mundo.
El campo, la industria automotriz, el oro y la pesca traccionaron el año pasado el ingreso de dólares al país a través de las exportaciones, una de las tareas más difíciles de cumplir por la economía de Mauricio Macri , cuyo persistente déficit en la balanza comercial preocupa a la Casa Rosada desde hace varios meses. Sin embargo, no todos los sectores tuvieron el mismo comportamiento. Mientras las oleaginosas, que explican el 31,7% de las ventas argentinas al exterior, se desplomaron casi 9% y empañaron los números globales, los autos crecieron 14,4% y el oro, casi 11 por ciento.
Pese a eso, seis de cada 10 dólares que ingresaron al país el año pasado estuvo relacionado con el campo de manera directa o indirecta.
Esas cifras obligan a hacer algunas salvedades. Por caso, la industria automotriz tuvo una balanza comercial negativa pese al incremento de las exportaciones. El dato muestra dos realidades al mismo tiempo: si bien las terminales locales están en franca recuperación, algo que se nota no sólo en las estadísticas, sino también en el florecimiento de algunos proyectos de inversión, los consumidores locales aprovechan las mieles de la apertura moderada del mercado que propone la gestión de Macri. Así los autos, que en otro momento fueron la piedra angular del modelo kirchnerista y atravesaron un mal momento en el primer año de Cambiemos, recuperaron su vieja salud y facturaron fuera del país US$6.327 millones, con un aumento interanual de 14,4%. Parte del mérito se lo lleva la recuperación brasileña y su gravitación para la argentina.
La marcha de los complejos exportadores tienen especial importancia para la Argentina en la situación actual debido a que la balanza comercial es altamente deficitaria. En 2017, cerró en 2017 con un déficit récord de US$8471 millones, en contraste con el superávit de US$1969 millones de 2016 y en el marco de un crecimiento de las importaciones.
«Estos datos reflejan el Talón de Aquiles del gradualismo fiscal: el retraso de las cantidades exportadas frente al dinamismo de las importaciones, generando por el salto en la inversión, en un año donde los términos del intercambio (relación entre precios de exportación y precios de importación) no ayudaron», explicó Federico Furiase, director del estudio EcoGo. «Lo importante es que el Gobierno tiene en claro que así como tiene que reducir gradualmente el déficit fiscal antes de intereses, también debe mejorar la competitividad de las exportaciones a través del tipo de cambio real, bajando la inflación, reduciendo el costo financiero y la logística», completó.
Los datos de exportaciones agregan algunas pistas con respecto al cambio de perfil que le impuso al sector el cambio de Gobierno. Por ejemplo, según analiza Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, cae la preponderancia de la soja en la participación total y crecen los cereales, algo que está relacionado con la baja parcial de las retenciones que aplicó Macri en el inicio de su gobierno. El especialista agrega: «Si se comparan los últimos números con los del kirchnerismo, se notan algunos cambios estructurales. A nivel regional, se ve que hay una pérdida de peso en las exportaciones dirigidas al Mercosur y a China. También un aumento de la importancia de otras regiones, como el Nafta y la Unión Europea».
Fuente: La Nacion