El negocio de la carne plantea varios desafíos a futuro. Por un lado la necesidad de abastecer al mercado interno y evitar una caída en el consumo por debajo de los 50 kilos por habitante por año y al mismo tiempo incrementar las exportaciones, que generan los dólares que el sector ganadero y el país necesitan para el desarrollo de la economía.
Existen dos paralelas que podrían tener un vínculo estrecho, pero lamentablemente se mantienen alejadas. Una de ellas es la demanda creciente a nivel mundial, con China como punta de lanza. Según las recientes proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el gigante asiático seguirá incrementando sus compras de carne vacuna y en 2021 importaría más de 3 millones de toneladas de carne bovina. Si Argentina vendiera todo lo que produce en un año sólo a China, no podría satisfacer esa demanda.
La otra línea, que con mucho esfuerzo intenta mantenerse en sintonía con la anterior, es la de la oferta de carne. Nuestro país produce la misma cantidad que hace 40 años con una población que se duplicó y un mundo que reclama cada vez más proteína animal, con la carne vacuna como emblema de los productos premium.
¿Qué están haciendo para mejorar la eficiencia productiva las provincias de la región pampeana que, según el censo agropecuario realizado en 2018, concentran el 71% del ganado del país?
Según Daniel Costamagna, ministro de la Producción de Santa Fe, “más que el stock, lo que necesitamos es aumentar la producción de carne y para eso debemos ser más eficientes, mejorar los indices de preñez y destete, trabajar en la alimentación e incorporar tecnología en los procesos de terminación. El negocio ganadero es muy importante para Santa Fe, ya que el 50% de las exportaciones de carne tienen el sello provincial y por ende son determinantes en el esquema económico.
Catalina Boetto, secretaria de Ganadería de la provincia de Córdoba también coincide en la necesidad de mejorar los índices productivos. “El porcentaje de preñez no varió en los últimos 30 años. Partimos de un 55% y si bien tuvo picos de 70%, la eficiencia reproductiva es muy baja”. La funcionaria destacó que “el esquema productivo en Córdoba es complejo, porque existen productores que tienen índices muy altos pero al mismo tiempo hay cientos de tenedores de hacienda, con menos de 50 vacas, que bajan el promedio de productividad. Se trata de personas vinculadas al agro que realizan un negocio más financiero que productivo porque utilizan a los animales como un resguardo de capital. No les va mal y ganan sólo con mantener la hacienda en el campo hasta que la comercializan.
Córdoba produce miles de los vacunos que luego saldrán por la provincia de Santa Fe, ya que según los datos oficiales, sólo participaron en un 4% del boom exportador del último año. La falta de frigoríficos y de desarrollo del eslabón industrial son un objetivo para la actual gestión.
En el caso de la provincia de Buenos Aires, la mejora de los índices productivos también aparece dentro de los objetivos de la gestión del Ministro de Desarrollo Productivo, Javier Rodriguez. El territorio bonaerense acumula el 37% del rodeo nacional y para incrementarlo en la actual gestión se realizaron trabajos vinculados a mejorar la reproducción mediante la prevención de enfermedades de transmisión sexual y al mismo tiempo se generó un plan de vacunación contra el carbunclo. Según Rodriguez, “mejorar la sanidad de los rodeos es clave para optimizar la producción”.
Más allá de los planes y las propuestas que lleven adelante los gobiernos provinciales, existen complejidades que son transversales a cualquier plan sanitario: el negocio debe ser rentable y es innegable que durante los últimos años hubo desequilibrios en las políticas nacionales que no generaron los estímulos necesarios. Hoy esa tendencia se revirtió y hay una nueva oportunidad para la ganadería, que deberá enfocarse no sólo en aumentar la productividad sino también en las condiciones básicas para que se produzca el despegue, tales como el mejoramiento de la infraestructura de los campos, de los caminos rurales, del tendido eléctrico y las obras hídricas -cuestiones en las que el estado no debe desentenderse- para que la familia rural pueda establecerse en el campo y sólo pensar en producir.