Hugo Sarasa es un pequeño productor de la localidad rionegrina de Luis Beltrán. Trabaja codo a codo con su familia en su establecimiento “Isla San Mateo”, y tiene sólo un peón en 70 hectáreas. No tiene la última cosechadora con draper de 40 pies, ni el último tractor del mercado, pero de todas formas logra producir casi 72.000 kilos de carne al año, un destete del 99%, 100 toneladas de materia seca de maíz por hectárea, y sobre todo, vivir feliz todos los días del año.
Infocampo recorrió la isla de Sarasa para comprobar el ejemplar modelo productivo, que como punto de partida cuenta con un sistema de riego por manto (gravitacional) con el cual puede manejar el recurso natural fundamental para los cultivos y la ganadería: el agua.
En detalle, de las 70 hectáreas, 50 están destinadas a la producción agrícola. Maíz y alfalfa son los principales, seguidos por una rotación de cebada y vicia como cultivos de cobertura. En el caso del maíz, una de las claves es que hace una siembra temprana (10 de octubre) para poder picar a principios de enero, y luego volver a sembrar maíz en el mismo lote, para darle una última pasada con la picadora antes de las heladas de invierno.
Todos los cultivos bien fertilizados con urea y el guano de la ganadería. La densidad por hectárea de maíz es de casi 84.000 plantas por hectárea, y la variedad es la KWS 4360 que se caracteriza por una doble espiga de buen rendimiento de grano, y el combo le da mayor cantidad de alimento para los animales.
La clave ganadera
Parece irreal alcanzar el 99% de destete, pero no lo es. La cuenta es sencilla para Sarasa: “tengo 190 madres y saco casi 190 terneros al año”, contó el productor de forma natural a Infocampo.
Lo principal para entender el caso es considerar que se trata de una ganadería intensiva, donde todos los animales están encerrados en aproximadamente en una hectárea de campo. Las madres y los toros por un lado, y los corrales de engorde por otro, con sus respectivas separaciones por dieta y peso.
“Las madres están encerradas pero en una gran extensión de campo, no están unas encima de otras. Hacemos un destete precoz entre los 45 a 60 días, y las alimentamos bien dos veces por día con una combinación de maíz, alfalfa, núcleo proteico, y minerales si lo requiere el animal”, detalló el rionegrino.
Otro detalle no menor es que sólo trabajó con genética Hereford para mejorar el rodeo, pero hoy en día del servicio se encarga la naturaleza, y los seis toros que están junto a las madres. “Hace unos años teníamos un par de razas de animales, y se complicaba un poco el manejo. Por eso decidimos hacer inseminación con un repaso, y fuimos dejando sólo las Hereford. La idea es tener sólo esa raza en muy poco tiempo”, explicó Hugo.
Los novillos los saca en 18 meses con 370/380 kilos y según el propio productor la clave principal está en la alimentación, las buenas condiciones y el uso de los espacios. “Una madre en óptimo estado y alimentada tiene un 
servicio diferencial al resto, y eso lo podés ver en el ternero, que copia la calidad de la madre. Sólo mandamos a faena entre 10 y 15 vaquillonas al año, y hoy en día tenemos madres en excelentes condiciones que tienen entre 12 y 14 años”, señaló.
El costo de producción es entre $4.500 y $5.000 por vaca al año, y eso considerando que la factura de luz que paga ronda los $220.000 al año. Pero la venta del novillo le marca el diferencial, dado que puede venderlo a $9.000. La ganancia estimada entonces es del 2×1, dado que por cada vaca mantenida, hay un novillo saliendo del establecimiento.
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