En pleno conflicto entre el campo y el Gobierno, el presidente Ablerto Fernández ratificó el cierre de exportaciones a la carne en una entrevista con el streamer Pedro Rosemblat (conocido como «El Cadete») desde Olivos.
En un tramo de la charla, Fernández manifestó: “Yo no quisiera frenar las exportaciones de la carne, pero los formadores de precios se tienen que dar cuenta que los argentinos no tienen porque pagar la carne al mismo precio que se paga en el mundo”. Además, consideró que la emisión del Estado para financiar el gasto público no es la principal causa de la inflación.
Exportaciones: respuesta a Fernández por la carne
A continuación, una serie de respuestas a la frase de Alberto Fernández sobre la carne:
Ignacio Mántaras, productor de Santa Fe y ruralista, arremetió contra la defición del presidente sobre la carne:
También David Miazzo, economista de FADA, compartió sus argumentos contra la declaración del presidente
Néstor Roulet, productor y ex funcionario de Agricultura, realizó un interesante cálculo sobre la carne:
Fernando Iglesias, diputado de la oposición, respondió con el precio de la carne en Europa y en Argentina:
La carne de Alberto, como el «yuyito» de Cristina
Confederaciones Rurales Argentina (CRA) tampoco quiso dejar pasar, por errónea, la declaración que hizo el presidente Alberto Fernández a mediados de mayo en un reportaje concedido ayer al programa de Gustavo Sylvestre en Radio 10, en el programa «Mañana Sylvestre».
«Tres millones de cabezas de ganado»
En la citada entrevista, Fernández afirmó que «hasta el año 45/46 la Argentina tenía dos millones de cabezas de ganado, cuando llega el peronismo, esa producción empieza a crecer y cuando el peronismo se va deja tres millones de cabezas de ganado», y luego ante la pregunta del periodista de cuántas cabezas de ganado hay hoy en la Argentina, la respuesta del mandatario fue «tres millones de cabezas de ganado».
En este sentido, desde CRA señalan que «resulta francamente increíble, que quien decidió cerrar las exportaciones de carne, no tenga no solo la información sobre lo que hable, ni tan siquiera la perspectiva lógica de lo que está diciendo, sin embargo, se permite la catedrática función de explicar, con cifras irreales, es decir sin tener conocimiento de lo que relata».
Carne: un error conceptual difícil de argumentar
María Julia Aiassa, analista de Rosgan, consideró esta semana que no caben dudas de que el cierre de las exportaciones de carne ha sido un grave error: «Error político para el gobierno, error de timming estratégico, en momentos en los que el mundo comienza a despertar tras la larga agonía a la que indujo la pandemia, pero fundamentalmente, error conceptual, al intentar contener la suba de precios de un producto, vedando la comercialización de otro».
Aiassa explica que solo el 30% de la carne que se produce en Argentina se exporta, y más del 75% de la carne que se vende al exterior tiene por destino China, un destino que compra básicamente vaca manufactura y algo de toro, mercadería que los argentinos no suelen consumir.
«De hecho, a este destino también nos permite poner en valor más de 50.000 toneladas de carne con hueso anuales, que durante el último año nos reportó unos 116 millones de dólares adicionales, de algo que antes sólo se valuaba como desperdicio», señala.
El resto de los mercados se abastecen de novillos intermedios a pesados, con menor nivel de engrasamiento, donde también existe una muy fuerte complementariedad, puesto que los cortes de mayor valor provenientes del lomo y de los cuartos se exporta, quedando para el mercado interno gran parte del asado, vacío, paleta, matambre y colita de cuadril.
Ahora bien, el 70% restante se produce para abastecer el mercado interno: «El consumidor argentino tiene predilección por un animal más joven, de menor kilaje, con otro tipo de engrasamiento y preferentemente terminado a grano. Es por ello que al mercado doméstico se vuelca todo el novillito, la vaquillona, el novillo liviano y cortes del novillo pesado que no salen para exportación».
Solo una escasa proporción de vaca gorda, de buena terminación, llega a carnicerías locales, pero sin llegar a ser el producto principal. En definitiva, «es el precio de este 70% de la producción el que verdaderamente debe procurar contener el gobierno, no con prohibiciones sino como medidas que tiendan a reducir el pesado costo que debe afrontar la cadena en su conjunto», destaca la analista de Rosgan.
Un reciente estudio de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) muestra muy claramente que de los $531 promedio que cuesta 1 kilogramo de carne vacuna, la cría representa $158 (30%), el feedlot $141 (27%), el frigorífico $35 (6%) y la carnicería $47 (9%). Es decir, en conjunto, el sector productivo y comercial representa el 72% del valor del producto en mostradores mientras que el 28% restante ($149) responde a impuestos.
Esto muestra de manera muy elocuente que sí existen eslabones donde corregir de manera inmediata y contundente para reducir el precio interno de la carne, tal como demanda el consumidor local. Intervenir la exportación es intervenir directamente al criador y en uno de los momentos más cruciales. Estacionalmente, durante los meses de mayo a agosto es donde se produce la mayor salida de vacas, asociado a un proceso de descarte o limpieza que naturalmente se da luego de los destetes. Es así como el productor se desprende de toda esa vaca de poco diente, vaca que no logró preñarse durante el otoño, de poca leche, la vaca ‘problema’ en general.
Por otro lado, esa liberación le resulta crucial para poder enfrentar los meses de invierno donde la oferta forrajera cae drásticamente.Por lo tanto, esta medida que, en principio, tendría una vigencia de 30 días, no resulta inocua para el momento en el cual nos encontramos, más aun sabiendo que una vez ‘rehabilitada’ la exportación -asumiendo que esto ocurrirá vencido el plazo vigente-, el mercado va a tardar en retornar a los valores previos.
«En tan solo dos días, tras conocerse la noticia, el mercado ajustó más de un 10% su valor. ¿Cuál es el piso? No lo sabemos. En los últimos años, gracias a haber podido encontrar un mercado de volumen para esa vaca conserva el criador, el tambero, el pequeño productor pudo dar valor a una mercadería de refugo que, por mucho tiempo, precisamente por no tener un adecuado valor comercial, quedaba en el campo, de manera improductiva, elevando los costos y bajando la eficiencia de toda la explotación», concluye.