La empresa Rizobacter, como parte de su estrategia de crecimiento, hace 10 años se propuso que el 30% de su facturación provenga del mercado internacional y actualmente se posiciona con la mayor participación de mercado en el nicho de inoculantes para soja a escala global.
En 2021 Rizobacter desembarcó en los mercados de Australia y Kazajistán, que se suman a las recientes incorporaciones de Serbia, Croacia, Hungría, Malawi, Ganha y Chile.
De esta manera, la compañía radicada en Pergamino (provincia de Buenos Aires) está presente en 45 países y se encuentra entre las primeras cinco empresas de biológicos del mundo.
El objetivo es ampliar su paleta de productos biológicos como biofungicidas, bioinsecticidas, bioestimulantes e inoculantes para otros cultivos diferentes de la soja, entre otros, así como consolidar una oferta integral.
“Las expectativas de crecimiento responden a varios factores. Estos productos son amigables con el medioambiente, previenen la degradación de los suelos, son más económicos y seguros para el productor, mejoran la calidad y rendimientos de los cultivos e, integralmente, favorecen a una agricultura regenerativa. A su vez, estas ventajas se combinan con la mayor demanda de alimentos, las mayores exigencias regulatorias de los países que promueven disminuir el uso de químicos y las exigencias del propio consumidor”, explica Matías Gorski, gerente global de Productos Biológicos de la compañía.
“Hoy son muchos los desafíos, pero también las oportunidades. Los resultados son más seguros y sustentables. Hay que trabajar en multiplicar los productos para poder tener mayor alcance”, señala Gorski.
Desde marzo de 2020, Rizobacter obtuvo 56 nuevos registros internacionales y, recientemente, logró la solicitud de registro en la Unión Europea de Rizoderma, el curasemilla biológico desarrollado junto con el INTA. Esto significa que pronto, esta tecnología que ya es utilizada por los productores argentinos, se convierta en el primer biocontrolador fúngico de industria nacional que se comercializará en Europa, donde la regulación es considerablemente estricta.
Inoculantes para todos
Si bien la tasa de adopción de la práctica de inoculación es muy alta en la Argentina –hoy se trata alrededor del 90% de las semillas–, no sucede lo mismo en todos los países. Entre los mayores adeptos a esta práctica se encuentran Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y, en latitudes no tan cercanas, Ucrania, Rusia, Rumania y Canadá. En menor medida, pero de manera creciente, se destacan Estados Unidos, Sudáfrica y Turquía. Por lo tanto, el mercado potencial es más que interesante para una empresa que históricamente apostó a la microbiología agrícola. Sin ir muy lejos, en el presente abarca el 60 % del mercado africano.
En las últimas dos décadas, Rizobacter viene aportando mayores niveles de tecnología y calidad de los inoculantes, desde desarrollos vinculados a la supervivencia bacteriana que hoy brindan la posibilidad de realizar tratamientos 220 días antes de la siembra, tecnologías de osmoprotección de las bacterias, hasta la inclusión de bioinductores y bacterias resistentes a estrés hídrico.
LM