El pasado 17 de enero se informó que autoridades del gobierno argentino habían acordado nuevos protocolos sanitarios con funcionarios de la Administración General de Supervisión de Calidad, Inspección y Cuarentena de China (el equivalente al Senasa en la nación asiática) para habilitar exportaciones de carne bovina en ese mercado.
Pero ese acuerdo, que fue definido por el ministro de Agroindustria Luis Miguel Etchevehere como “un ejemplo más de la exitosa política internacional encabezada por el presidente Macri”, podría entorpecer la comercialización de vacas de descarte, lo que constituye una mala noticia potencial para tamberos y criadores.
“Los nuevos protocolos aprobados de palabra el mes pasado cambian el estatus sanitario para la carne argentina para introducir mayores exigencias respecto de las que tienen Uruguay y Brasil”, indicó Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra).
“Si se llegara a aplicar el nuevo estándar sanitario, ya no sería factible que las vacas que se emplean para producir carne exportada a China provengan de remates feria o mercados concentradores; sólo podrían originarse en el marco de compras directas con empresas agropecuarias”, añadió.
Schiariti indicó que, en ese escenario, es muy probable que terminen descendiendo las exportaciones argentinas de cortes congelados destinados al mercado chino por las dificultades para originar vacas, además de eventuales incrementos de costos logísticos.
“Por ese motivo, las industrias frigoríficas exportadoras prefieren seguir exportado un solo producto (cortes vacunos congelados sin hueso) con el actual estatus sanitario que modificar el estándar para todos los productos e interferir en los canales de comercialización de las vacas”, aseguró.
“El protocolo aceptado de palabra en enero de este año ya había sido rechazado por representantes de la industria en diciembre pasado. Por ese motivo, estamos solicitando que no se firme”, añadió.
El grueso de los importadores chinos adquieren cortes congelados baratos, mayormente originados en vacas, los cuales se destinan –sin diferenciación de origen– para preparar guisados (hot pot) que requieren muchas horas de cocción. Por ende, el interés está focalizado en originar proteínas cárnicas, más allá de dónde vengan, al menor precio posible.