Esta semana se dio a conocer el programa oficial para el desarrollo de la ganadería. El análisis de las medidas propuestas y las falencias de las mismas. La necesidad de llegar a un buen diagnóstico para definir las herramientas que nos harán crecer. Por Miguel Gorelik.
En la semana, el gobierno presentó el Plan ganadero nacional al Consejo Agroindustrial Argentino.
A lo largo de 52 páginas, dedica 20 a una descripción de los mercados mundial y nacional, con una visión bastante sesgada, con información a veces imprecisa y con una hilación que no conduce a los fines esperados.
En otras cuatro páginas, hace un listado de acciones y medidas para mejorar la productividad ganadera. En su enorme mayoría se trata de herramientas que están lejos de poder alcanzar el objetivo.
Otros temas por lo que se pasa revista son el de la productividad ganadera, el valor agregado en origen, el desarrollo de infraestructura rural comunitaria, la incorporación de tecnologías, la adaptación y mitigación de riesgos climáticos, la comercialización, medidas fiscales para promover inversiones sectoriales y la promoción del desarrollo para el acceso a nuevos mercados.
Finalmente se explica cómo se va a ir elaborando el plan, lo que implica plazos bien extensos.
En líneas generales, es difícil calificar a este trabajo como plan. De cualquier modo ponemos el documento oficial a disposición de los lectores para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones: Plan Ganadero Nacional.
La mayoría de las medidas mencionadas, y que son más relevantes, no están bien descriptas en sus alcances.
Y, necesariamente, peca de omisiones. Cuando describe la caída de largo plazo de las exportaciones medidas en kilos per cápita por año, con valores de casi 100 kg hace 100 años y con un mínimo de 5 kg entre 2012 y 2015, deja de señalar que esto último se logró merced a severas trabas a la exportación, similares conceptualmente a las que este gobierno acaba de volver a poner en práctica.
Este tipo de razonamientos salteados preanuncia que las medidas que se buscan no necesariamente van a constituir la solución requerida.
Hay que buscar, desprejuiciadamente, las razones por las que el líder del mercado mundial durante casi un siglo, se estancó durante los últimos 50 años mientras otras potencias ganaderas pudieron seguir desarrollándose y otras más irrumpir en ese grupo.
La alta inflación, el sesgo antiexportador a través de cambios múltiples, políticas adversas a la producción agropecuaria en general y de carnes en particular, la ausencia casi permanente de un horizonte claro a mediano plazo y un largo etcétera son los principales culpables.
Si no se llega a un buen diagnóstico de todo ese proceso, no se podrán llegar a definir las herramientas que nos permitan salir de ahí.
Y ahora debería ser un poco más fácil, con un mercado mundial más favorable que lo que hubo en las décadas finales del siglo XX.