Soy gerente de herbicidas de FMC Química SA. En lo que respecta al manejo de malezas, las decisiones que tomamos en otoño impactan en forma directa en el sistema de producción, principalmente en el manejo de la población de malezas que tanto nos afecta el rendimiento de los cultivos y los márgenes de producción.
Por la preponderancia de los cultivos estivales en el actual sistema de producción, resulta fácil pensar que la mayoría de las inversiones las orientamos a maximizar la productividad de estos cultivos. De manera que la primavera, cerca del momento de siembra de soja y de maíz, es el momento ideal para realizar estas inversiones.
Pero, si analizamos el sistema de producción a lo largo de varios años, surge una problemática creciente que impacta muy duro en los costos de producción. El control de malezas se convirtió en el centro de costos que más ha aumentado y para un correcto manejo de las malezas no alcanza con una intervención puntual, sino que estamos obligados a pensar en un manejo programado y orgánico a lo largo del año y de los años.
El primer punto a analizar es la decisión de sembrar cultivos de invierno o pensar en un manejo de malezas con herbicidas en un barbecho químico. Sea de cosecha o de cobertura, nuestro objetivo debe ser competir por agua y por nutrientes contra las malezas, reduciendo su presencia y abundancia. Aportando raíces y rastrojos para el reciclado de nutrientes y aprovechando el agua del invierno. Esto no se hace solo: una cuota parte lo hace el cultivo y el resto un herbicida que acompañe este manejo.
En la región núcleo, si no llueven al menos 150 o 200 milímetros es de esperar una reducción del área de trigo y de legumbres y una estabilización de las expectativas de crecimiento de los cultivos de cobertura. Esto hace pensar que el área de barbechos químicos puede incrementarse, donde conservar agua y nutrientes para los cultivos estivales es el principal objetivo durante el período de barbecho entre estos cultivos.
Necesitamos romper el paradigma de que las inversiones se hacen en primavera y darle la importancia que requiere este período de barbecho químico largo. El primer punto que refuta este paradigma es algo ya conocido: “El control de malezas difíciles es más fácil en preemergencia que en postemergencia de las mismas”. El segundo punto es que es más eficiente controlar las malezas de invierno justamente en invierno y no en primavera, en sus estadios reproductivos.
Son verdades conocidas que muchas veces olvidamos. Si a estos puntos mencionados anteriormente les agregamos el costo, resulta más eficiente controlar estas malezas con herbicidas preemergentes de acción residual y no repetir aplicaciones sobre malezas demasiado crecidas y desarrolladas.
La propuesta para un correcto manejo de malezas es comenzar en el barbecho largo con herbicidas de acción residual de amplio espectro de malezas latifoliadas, las principales que afectan en este período de invierno, como rama, negra que sigue siendo, de lejos, la principal maleza de otoño-invierno en la Argentina. Sin malezas no hay consumo de agua ni colonización de nuestros lotes con poblaciones de malezas difíciles.
Controles deficientes o fallidos en otoño nos complican el manejo de la población de malezas y nos hipotecan el lote para las inversiones de primavera. No olvidemos que el manejo de otoño es solo un paso y que nos queda la obligación de seguir pensando y planificando el manejo continuo de malezas durante la primavera y durante el ciclo de los cultivos.
Si las bases son malas, la construcción de este proceso de manejo de malezas puede resultar defectuoso o más complicado que un proceso bien pensado y planificado.
En definitiva, las decisiones otoñales, en contra de la creencia popular, son de suma importancia para el éxito, la productividad y para la sustentabilidad de nuestro sistema de producción.