Los logros suelen venir respaldados por los procesos, que logran imponerse más allá de las coyunturas. El desempeño alcanzado por la ganadería bovina argentina es un claro ejemplo de ello. En los últimos 40 años su evolución ha sido constante, más allá de las vicisitudes que suele imponer el clima, el humor político de turno, o las crisis económicas. A tal punto de ser considerada hoy como una de las mejores del mundo. Los certámenes ganaderos celebrados durante la 132ª Exposición Rural de Palermo volvieron a ratificar esa condición.
“No hay dudas de que el mejor Braford del mundo está en Argentina”, afirmó con contundencia Gastón García, jurado de la raza sintética en la exposición.
La afirmación del juez en Palermo, que también es director técnico de la cabaña Corral de Guardia ubicada en Villa Valeria, está corroborada por datos concretos.
Durante el año pasado, el toro Payanquén, criado en el establecimiento del sur de Córdoba, fue elegido el mejor del mundo en la raza. Mientras que, en el mismo certamen realizado en Estados Unidos, Matilda –una vaquillona propiedad de la cabaña correntina Pilagá fue elegida “Miss mundo” en Braford.
En el próximo concurso anual habrá que seguir de cerca a la gran campeona Braford 2018 en Palermo: un ejemplar de la cabaña La Dominga, ubicada en Ischilín.
Sintonía fina
Los criadores Angus, la raza más numerosa en el país, también caminan por el sendero de la excelencia. La asociación que los agrupa acaba de presentar la etapa preliminar de su Programa de Evaluación Genómica, el primero de su tipo en América latina.
La herramienta, que comenzará a funcionar en los próximos meses en el marco de su Programa de Evaluación de Reproductores Angus (ERA), viene siendo desarrollada desde 2013. El trabajo ya permitió la conformación de una población de referencia de 1.200 reproductores de alta precisión más usados en el país.
De esta manera, los criadores de la raza británica se ponen a la altura de sus pares de Estados Unidos, Canadá y Australia, en lo que hace a la evaluación objetiva de reproductores.
Actualmente, el banco nacional de datos de performance Angus reúne 537.423 animales, 23.305 cabezas más que el año pasado, que son aportados en forma rigurosa por 486 cabañas adheridas.
“Este es un camino que ya no tiene retorno. Con la genómica vamos a poder ver cómo serán las descendencias que puede llegar a aportar un ternero con sólo analizar su pelo al mes de vida”, explicó Alfonso Bustillo, vicepresidente primero de la Asociación Argentina de Angus y coordinador de su Comisión Técnica.
Sin techo
En la ganadería, el éxito viene de los procesos. Primero fue la inseminación artificial lo que permitió mejorar las razas a partir de los reproductores machos; luego la irrupción de las tecnologías de fertilización in vitro y transferencia embrionaria permitieron dar otro salto y combinar la genética de las hembras con la de los toros. Todo a favor de la producción de carne.
“Hoy la genética no tiene techo. En 40 años en el país, la raza Brangus creció en producción y se acercó a las británicas, que tienen más de 100 años en el país”, aseguró Mauricio Groppo, director genético de la cabaña La Sultana, ubicada en Bell Ville.
Precisamente, un toro Brangus criado en el establecimiento cordobés fue elegido gran campeón macho en Palermo, durante una jura en la que participaron 90 ejemplares de la raza.
Ajustes en la cadena
Mientras la genética sigue mejorando la ganadería, el desafío futuro está en dar el salto en los potreros y en los corrales. Cómo hacer más eficiente el sistema de producción es la parte de la tarea que tiene por delante la cadena bovina.
Para Aníbal Pordomingo, especialista ganadero del Inta Anguil, la necesidad de mejorar la productividad de la cría no es una tarea sólo responsabilidad del criador, sino de toda la ganadería.
“Tener un índice de 0,61 ternero por vaca es débil para un país que es ganadero”, agregó el referente del Inta, durante una charla que dio en el predio palermitano.
De la misma forma que resulta prioritario subir la vara en la productividad del rodeo, la incorporación de más kilos por animal también requiere de un esfuerzo de toda la cadena.
“Otro de los desafíos que hay por delante es mantener la recría hacia animales más pesados”, sostuvo Pordomingo, quien también le puso números a esa posibilidad.
“Podríamos pasar al doble de lo que exportamos en la actualidad con solo subir de 225 a 245 kilos por carcaza, sin afectar el consumo interno”, dimensionó.
¿Y los precios?
Mientras la inercia lejos está de detenerse, los productores ganaderos esperan en el corto plazo una mejora en los precios. Esa es la expectativa que rondó los boxes durante la Rural de Palermo.
Hay coincidencia entre los ganaderos de que el precio del novillo tendría que rondar los 50 pesos el kilo vivo. En torno a esa magnitud, los precios de la hacienda permitirían acortar la brecha que la actividad tiene frente a la inflación y al tipo de cambio.
De acuerdo con un informe de la consultora Agroideas, que dirigen Fernando Gil y Federico Santángelo, entre diciembre pasado y junio, el valor del dólar aumentó 52 por ciento; la soja, 71 por ciento y el maíz, 67 por ciento; ¿y la hacienda para consumo? sólo 23 por ciento.
Luego de soportar la mayor sequía de los últimos 50 años, la producción de carne afrontó la peor relación de compra entre el maíz y el ternero gordo desde enero de 2014.
Mientras espera una mejor coyuntura de precios, que podría llegar a partir de la primavera, la ganadería no detiene su marcha. Sabe que los resultados le confirman que va por buen camino.