Mediante el uso de drones, investigadores del INTA desarrollaron un método práctico y rápido para facilitar al ganadero la medición de la cobertura en la siembra y a lo largo de la vida útil del cultivo, pilar para maximizar la producción de forraje. Una innovación para tomar decisiones objetivas y ganar más kilos de carne.
Si bien la calidad de siembra define el 70% de las producciones futuras de alfalfa, pocos productores evalúan el grado de cobertura porque la técnica actualmente disponible se basa en el conteo manual de plantas. En respuesta a esta dificultad, la Ing. Agr. Silvia Olivo, del INTA Manfredi, especialista en teledetección, lleva adelante -junto a un equipo interdisciplinario, un desarrollo inédito para la agricultura forrajera: el uso de drones para recopilar datos del cultivo que luego son procesados por una plataforma digital brindando información rápida y objetiva. El trabajo fue galardonado con el Premio a la Innovación en Tecnología Agropecuaria (CITA 2023) en la categoría Agtech Ganadera.
“Aunque se reconoce la importancia de lograr un mayor número de plantas iniciales, veíamos que generalmente el recuento no se hacía. En la práctica, es difícil individualizarlas en la línea de siembra, sobre todo, cuando van desarrollando su raíz pivotante. Hay que ir con una pala y extraerlas, repitiendo el procedimiento en varios lugares para que el valor sea representativo”, contó Olivo en diálogo con Valor Carne.
En tal sentido, la calidad de siembra se cuantifica a través del coeficiente de logro, o sea, la cantidad de plantas obtenidas a los 90-120 días sobre el número de semillas viables sembradas.
“Fuimos a evaluar un lote con un compañero que trabaja en agricultura de precisión y coincidimos en que el método era muy engorroso, había que buscarle una vuelta. Ahí, nos dimos cuenta que podíamos adaptar tecnologías que se aplican para gestionar cultivos de granos, pero que no existían en forrajeras”, recordó.
Tips para mejorar
El primer paso para optimizar el número de plantas logradas en alfalfa fue generar información para contribuir a difundir la siembra directa, con todos los beneficios productivos y ambientales que conlleva.
“Los productores argumentaban que con la directa no se lograba gran cantidad de plantas. Entonces, en 2021, hicimos ensayos de regulación de la máquina para facilitar la emergencia”, explicó Olivo, detallando que es una semilla muy chiquita con poca capacidad de almacenar reservas y se implanta a muy poca profundidad.
El estudio consistió en comparar la siembra directa con y sin rueda tapadoras, a 2 velocidades: 5 y 7 km/hora.
“Levantando las ruedas tapadoras y a menor velocidad se obtuvo un coeficiente de logro superior al 60%, casi duplicando al otro tratamiento que arrojó un nivel coincidente con el promedio de la zona: 35-40%”, indicó. A su vez, “de la mano de ese 60%, vimos que la emergencia fue más rápida y pareja, y la producción de biomasa en el primer ciclo fue 30% mayor”, argumentó. Como resultado hubo un plus de 4.500 kg/ha/año de materia seca lo que significa un adicional de 225 kg/ha de carne.
“Es una ganancia interesante y estamos hablando sólo de ajustar los procesos para lograr calidad de siembra en un cultivo forrajero de alto costo. Por eso, muchos productores están adoptando esta tecnología”, comentó.
Decisiones objetivas
Si bien se había logrado conocimiento para mejorar la calidad de siembra, a la hora de cuantificarla surgía la limitante de la metodología.
“De ahí nació la idea de trabajar con un dron incluso para evaluar la vida útil del cultivo, clave para amortizar la inversión”, planteó Olivo. Al respecto, el porcentaje de cobertura va disminuyendo con el tiempo y “aunque eso está asociado al cultivar, la zona y el manejo, es imprescindible medir para hacer los ajustes necesarios”, subrayó.
Según los datos de la Red Nacional de Cultivares de alfalfa se pierden 500 kg de materia seca/ha por cada punto que cae la persistencia. “Por ejemplo, si tras cuatro años de utilización un cultivo tiene 60% de persistencia y otro 40% hay una diferencia acumulada de 10 mil kg/ha de materia seca. En concreto, se están perdiendo 2.500 kg/ha/año de MS, o sea, que se están dejando de ganar 125 kg/carne/ha”, advirtió.
Sin embargo, la metodología para evaluar el porcentaje de cobertura es más complicada aún que en la siembra porque las plantas son más grandes. “En este caso la práctica también quedaba relegada. Y el uso de drones se presentaba como una herramienta accesible para el productor”, planteó, argumentando que permite recolectar grandes volúmenes de datos, a mayor escala y en diferentes momentos.
En base a eso, los investigadores empezaron a trabajar para desarrollar protocolos de evaluación, a través de vuelos con drones y el uso de una plataforma digital, mediante un convenio de vinculación tecnológica con la firma Vistaguay.
“Actualmente estamos comparando la calidad de siembra y la cobertura con métodos tradicionales (a partir de datos de la Red Nacional) y con drones. Y a su vez estamos desarrollando los algoritmos para cargar en la plataforma”, dijo Olivo. El siguiente paso será la validación de la tecnología: “cuando la empiecen a utilizar algunos productores, a modo de prueba, ajustaremos los modelos. Finalmente, se liberará para uso masivo”, adelantó, aludiendo a que el lanzamiento está previsto antes de la próxima siembra de alfalfa.
¿Cómo lo aplicará el productor? “A través de un dron propio o contratando el servicio de vuelo podrá acceder a la plataforma de la empresa y generar el plan para su campo. Tras esta operatoria, diferentes indicadores le mostrarán la presencia o ausencia de plantas y el nivel de crecimiento de las mismas. Así obtendrá fácilmente la cobertura a la siembra o durante el ciclo del cultivo”, detalló, pormenorizando que desde el INTA Manfredi habrá capacitaciones para facilitar la adopción.
Para finalizar, Olivo destacó la importancia del reconocimiento recibido por el equipo de investigadores. “Vengo de una familia de productores de un pueblo pequeño, San Antonio de Litín (Córdoba) y siempre quise dedicarme a facilitar las tareas de campo. En la Rural estuvimos en la cena de los premios CITA con Aníbal Pordomingo y él nos mencionó que este desarrollo ‘le parecía superimportante y promisorio, sobre todo porque puede ser extensible a otros cultivos forrajeros’. Nos hizo pensar que vamos por el camino correcto”, sostuvo.
Y concluyó: “los procesos de ganadería son mucho más largos que los agrícolas y muchas veces las pérdidas resultan poco visibles. Entonces aplicar tecnología que ya se utiliza en cultivos de granos para poder cuantificarlas es clave para mejorar la eficiencia de la producción de carne”.
Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne
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