CONtexto ganadero habló con el científico José Miguel Mulet, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, para desmentir algunos mitos asociados a los Organismos Modificados Genéticamente, OMG, a propósito del lanzamiento de su libro en Colombia, “Transgénicos sin miedo”. El investigador español se ha convertido en un defensor de la manipulación genética en alimentos, pues tiene…
CONtexto ganadero habló con el científico José Miguel Mulet, doctor en Bioquímica y Biología Molecular, para desmentir algunos mitos asociados a los Organismos Modificados Genéticamente, OMG, a propósito del lanzamiento de su libro en Colombia, “Transgénicos sin miedo”.
El investigador español se ha convertido en un defensor de la manipulación genética en alimentos, pues tiene el objetivo de mejorar la producción agropecuaria y abastecer a las más de 795 millones de personas que padecen hambre actualmente.
Aunque ha sido objeto de críticas, de calumnias e incluso de amenazas de individuos que critican su labor, Mulet continúa presentándose en espacios académicos para corregir las falsas creencias sobre los alimentos transgénicos.
En primer lugar, hay que definir de qué se trata el término transgénesis, que es una tecnología que permite trasladar características beneficiosas de un organismo a otro, por medio de fragmentos genéticos (ADN). En los cultivos, esto se hace con el fin de mejorar la productividad o de hacerlos más resistentes a plagas, insectos o hasta al calentamiento global.
“Normalmente, asociamos la tecnología con botones y luces. No pensamos que los alimentos tienen una tecnología detrás y que entre las especies silvestres y las domesticadas, hay una intervención humana de miles de años”, aseguró.
Así pues, hay alimentos que consumimos en la actualidad cuya apariencia, olor e incluso sabor distan mucho de su estado silvestre, como es el caso del tomate, el maíz o la sandía, entre muchos. Asimismo, otros productos que se utilizan actualmente han sido modificados genéticamente, como es el caso de la insulina.
Con el desarrollo de la ingeniería genética, a partir de 1996 se han hecho diversos ensayos con productos como la soya, el algodón, la canola, el maíz y la papaya (por nombrar algunos), como cultivos transgénicos. Estas investigaciones tienen como objetivo lograr abastecer de comida a una población humana que se multiplica de manera exponencial.
¿Cuál es el papel de la transgénesis en el sector pecuario?
En esta medida, los alimentos transgénicos también pueden contribuir al sector pecuario. De un lado, como explicó Mulet, esta biotecnología podría resolver la elevada demanda de nutrición de los bovinos.
“La mayoría de ganado mundial se alimenta con maíz y soya transgénicas. Si se prohibieran los transgénicos, la primera consecuencia es que subiría el precio de la alimentación para todo el ganado estabulado, y dejaría de ser rentable producir carne o se vendería a un precio astronómico”, precisó.
De otro lado, la modificación genética animal se ha ensayado únicamente en el salmón, pero ya se están haciendo investigaciones con la carne porcina para disminuir el porcentaje de colesterol y grasas nocivas para el organismo.
“No es descabellado que en unos años o en algunas décadas, tengamos carne transgénica lista para comercializar”, sostuvo el experto.
¿Por qué el miedo a los transgénicos?
En medio del debate que ha surgido contra la ingeniería genética, especialmente en Norteamérica y Europa, el doctor en Bioquímica ha tratado de desmentir los mitos que rodean a la transgénesis, que al igual que otras innovaciones, ha encontrado resistencia en la opinión pública.
“A principios de los 90, la tecnología se descubre simultáneamente en 2 universidades, una en Estados Unidos y la otra en Bélgica, así como en la empresa Monsanto, que la tuvo lista para salir al mercado. En ese momento, las organizaciones ecologistas habían visto que campañas clásicas contra la energía nuclear o salvar a las ballenas estaban perdiendo importancia, y un político del Partido Verde alemán vio que los transgénicos podrían ser un nuevo objetivo”, contó Mulet.
Ante los ataques, las empresas de semillas no hicieron ningún tipo de oposición, porque preferían que la Unión Europea bloqueara el uso de una tecnología para la cual no estaban preparados.
“El último factor es que, cuando todo esto está pasando, estalla la crisis de las vacas locas y la gente se preocupa mucho por el tema de alimentación, por lo que entran en pánico. Esta crisis es aprovechada por los grupos ecologistas para meter miedo a los transgénicos, cuando realmente no tenían nada que ver”, concluyó.
El científico presentó su nuevo libro “Transgénicos sin miedo” en la Universidad Javeriana el pasado 31 de enero. En la mañana, habló sobre su trabajo en el “Taller de periodismo: el desafío de comunicar sobre alimentos en la era de la posverdad”, organizado por la Agencia EFE, Agro-Bio, Cecodes, la Red de periodistas por el Desarrollo Sostenible y la Asociación Colombiana de Periodismo Científico.