Ya casi finalizada la magra cosecha de soja, es bueno focalizarse en las oportunidades que ofrece la cosecha fina. En este sentido las alternativas pasan por el trigo, que promete un buen panorama tanto por los precios a cosecha como por la potencialidad dada la cantidad de agua acumulada en los suelos. Por otro lado, las legumbres aparecen en el menú de opciones, con perspectivas menos atractivas que trigo, a primera vista, pero muy interesante si consideramos el impacto en el sistema de producción.
Para asegurar el éxito de estos cultivos la elección del lote es una tarea clave. El conocimiento de características como relieve, herbicidas empleados en la campaña anterior y la historia de los cultivos anteriores, especialmente de legumbres, nos dan una pista clara acerca de las probabilidades de éxito.
En las legumbres, la planificación previa nos permite reducir costos y dolores de cabeza, puntualmente en cuanto al manejo de malezas en el barbecho. La elección de la especie, variedad y tipo comercial debe ser tomada en cuenta, prestando atención a la potencialidad del mercado. Desde el punto de vista comercial, no es lo mismo arveja verde que amarilla, o lentejita que lentejón.
Pero no menos importante es elegir adecuadamente la semilla, en cuanto a su pureza, capacidad germinativa y sanidad. La siembra de una semilla “barata” puede, en determinados casos, resultar finalmente muy cara, por ejemplo si es arveja contaminada con semilla de “flor morada”, o semilla de garbanzo con inóculo de rabia, o semilla de lenteja con un alto contenido de Vicia sp; características todas que hay que evitar ya que restan valor al comercializarlas.
Todas estas especies son leguminosas, y por ende, a diferencia de los cereales, tienen la capacidad de fijar nitrógeno del aire mediante la simbiosis con bacterias específicas que hay que aportar con el inoculante. Así, sólo resta hacer análisis de suelo para ver qué pasa con el fósforo y agregarlo en función de los resultados.
La protección de las plagas y enfermedades foliares debe hacerse bajo las normas de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), empleando sólo los principios activos autorizados por SENASA y respetando los tiempos de carencia, de tal modo de garantizar la inocuidad del producto cosechado.
Como siempre, los números mandan. Así, los resultados económicos comparados de trigo y arveja favorecen al primero con los precios actuales. Pero cuando se incluyen los márgenes del cultivo de verano, los resultados de las secuencias legumbre/maíz o legumbre/soja superan ampliamente al trigo/maíz o trigo/soja 2°. Esto es porque las legumbres, como antecesor de los cultivos de verano, tienen un consumo de agua menor que trigo, un balance de nitrógeno en el suelo mejor que trigo y, salvo garbanzo, desocupan el lote entre 15 y 20 días antes que el trigo, asegurando así más recursos para el cultivo de verano.
Argentina se está posicionando a nivel mundial como un jugador muy chico en el juego de la oferta de legumbres, pero ningún país del mundo tiene su potencialidad. Hacerlo bien significa producir y ganar mercados para exportar productos de calidad, y teniendo en cuenta estos puntos lo podemos lograr.