La dramática recuperación de los campos, la menor oferta de terneros que ya empieza a observarse –ya se habría vendido entre 60 y 70 por ciento de la zafra– y las necesidades de invernada de aquellos feedlots pertenecientes a matarifes o frigoríficos, se han combinado para que se registre una moderada recuperación del precio real del ternero.
Los feedlots están sufriendo el fuerte aumento en el precio del maíz, y en muchos casos se han retirado de la compra. Porque vislumbran para este año un ciclo inicial de engorde con fuertes pérdidas. Pero su lugar en la demanda por invernada lo ocupa hoy en buena medida el invernador pastoril tradicional o el ganadero en general, que hoy tiene más pasto que animales.
Con respecto a otros años, está yendo algo menos de hacienda a los corrales y trasladándose algo más al campo, sea a recría o a engorde pastoril suplementado. Con un costo por kilo ganado en los corrales del orden de los 38 a 39 pesos, y una diferencia de compra-venta negativa del cinco al siete por ciento, un ciclo de engorde encarado con estos precios relativos dejaría una pérdida del orden de los mil pesos por animal.
Sin tomar en cuenta el costo de oportunidad del capital. En la medida de que una mayor cantidad de hacienda vaya a recría y no vaya directamente al feedlot, disminuye la posibilidad de que se produzca en algún momento del segundo semestre una sobreoferta puntual (“puerta 12”) de hacienda liviana. Como se temía hasta hace poco.
Algunos consignatarios que hemos consultado atribuyen la recuperación del precio del ternero de las últimas semanas, no sólo a una mayor demanda, sino también a una menor oferta, a causa de la sucesión de días húmedos o lluviosos, que trabó mucho la comercialización e impidió en muchos casos la extracción de los terneros de los campos de cría.
Además, muchos productores mixtos, que han alcanzado a cosechar maíz o soja, están comprando terneros para aprovechar la excelente relación de precios entre esos granos y la invernada.
Exportación
Unas semanas antes de la llegada al gobierno de Macri, la mayor parte de la industria exportadora sufría fuertes quebrantos. Salvándose sólo aquellas empresas –la mayoría de capitales nacionales– que se habían reconvertido en los años K al abastecimiento del mercado interno.
A fines de noviembre de 2016, el novillo en la Argentina valía 4,10 dólares por kilo en gancho, contra 2,50 dólares de Brasil, 2,45 dólares de Paraguay ó 3,20 dólares de Uruguay. La materia prima para la industria valía apenas algo menos que en Estados Unidos, donde el novillo cotizaba a 4,29 dólares el kilo en gancho.
Desde entonces el tipo de cambio neto para la carne vacuna en nuestro país ha crecido un 215 por ciento, contra un 55 por ciento que lo hizo el precio del novillo pesado o un 40 por ciento que lo hizo la vaca conserva.
Hoy la Argentina es muy competitiva: el novillo cotiza a 2,50 dólares por kilo en gancho, a la par de Brasil, y bien por debajo de Uruguay (3,20 dólares) o Paraguay (3,13 dólares). Desde fines de 2017 la exportación ha dejado de perder dinero y hoy gana en todos los rubros de exportación tradicionales (Hilton, Israel, Chile). Tiene además un margen extraordinario con la venta a China, al comprar la materia prima a valor conserva y venderla a valor de corte.