El pasado viernes, en la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, se realizó la presentación del libro “El Agro y el Ambiente. Políticas y Estrategias”, una publicación que reúne los trabajos de más de 20 científicos, investigadores y técnicos argentinos especializados en esa materia.
El encuentro contó con la participación de académicos y distintos invitados especiales, entre los que se encontraba el Secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, que fue recibido por el doctor Jorge Errecalde, presidente de esa Academia. Allí el funcionario aprovechó a hacer un anuncio.
“Se implementará la identificación electrónica obligatoria del ganado bovinos a partir del primero de enero de 2025”, afirmó el ingeniero en forma escueta, según confirmaron a Bichos de Campo varios testigos de esa presentación.
La noticia, de gran peso para el sector ganadero local por lo que supondría ponerlo en marcha, parece aún así haber pasado inadvertida incluso para el propio equipo de Vilella, que no compartió tan importante novedad ni confeccionó una gacetilla de prensa.
Si bien los mercados internacionales aún no le demandan a Argentina la identificación individual de los animales que destina a la exportación, hace años que en el sector se discute esa posibilidad como forma de mejorar la trazabilidad del producto y de alcanzar a los competidores de la región que ya lo implementan, como es el caso de Uruguay. Hoy la trazabilidad exigida por la Unión Europea se realiza por lotes de animales, y en base a caravanas.
Donde Argentina sí tiene una experiencia previa es llamativamente en el sector equino, donde ante el peligro de perder el mercado europeo (que importa carne de caballo por unos 50 millones de dólares anuales) por la carencia de una trazabilidad adecuada, el Senasa aceptó poner en marcha una solución nacida del propio sector privado: se aplicó a los caballos para faena el uso de chip electrónico, que se aplica gratuitamente a los productores. Estos fueron adquiridos y distribuidos en una primera instancia por la Unión de la Industria Cárnica Argentina (UNICA), que agrupa a los cuatro frigoríficos equinos que existen en el país.
Detrás de la movida está el histórico zar de ese sector económico, Ernesto “Tito” Lowenstein, que controla el grueso de la faena. Un histórico asesor de ese empresario y además promotor de la identificación individual también en los bovinos es un ex presidente del Senasa, Bernardo Cané.
Vilella, cuando ni siquiera se imaginaba llegar al cargo de secretario de Bioeconomía de Javier Milei, comulgaba con Cané y otros referentes ganaderos en la necesidad de avanzar hacia un sistema de identificación obligatorio de los casi 54 cabezas bovinas que tiene la Argentina, y que se renuevan de a 15 o 16 millones de cabezas cada año.
Es lo que le proponían ambos al Senasa en una consulta pública sobre este asunto. Como parte de una Comisión de Trazabilidad del grupo Gurú Ganadero, Cané y Vilella entonces afirmaban que la identificación debía ser obligatorio, que había que empezar con los terneros, no utilizar el sistema inyectable prohibido en varios países y estudiar un sistema de financiamiento para que el costo no recaiga solo sobre el criador. También proponían “estudiar la factibilidad de la aplicación del dispositivo, al momento de la vacunación antiaftosa”.
Ahora, con el antecedente de los equinos, y ya como secretario de Estado, ahora Vilella aspira a concretar la medida desde el primer día de 2025, para lo cual solo quedan ocho meses. Faltan muchos detalles por conocer. En el brevísimo anuncio del funcionario de Bioeconomía, persisten las dudas en torno a la tecnología a utilizar para identificar a los bovinos, las empresas proveedoras de la misma, sus costos y a la forma de pagar esta innovación.
FUENTE: Bichos de Campo
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