La medida va a contramano de la necesidad de lograr animales más pesados para mejorar la productividad del stock ganadero. Tampoco se entiende desde el punto de vista económico, ya que de todos modos se resignará la mayor parte de la recaudación por derechos de exportación. El análisis de Miguel Gorelik.
El domingo, el presidente Javier Milei inauguró la Exposición Rural de Palermo, después de cuatro años de ausencia del Poder Ejecutivo a la clásica invitación.
El dato más saliente fue el tono eminentemente político del discurso y el expreso apoyo a las actividades del campo, como hacía tiempo que no se oía desde la primera magistratura.
También hubo anuncios de medidas a tomar, de las que mencionamos, en primer lugar, las dirigidas específicamente al sector de carnes.
Milei anticipó que se van a eliminar los derechos de exportación “a las vacas de categorías A, B, C. D y E”.
Si bien la afirmación no es suficientemente clara, entendemos que se desgravarán las exportaciones de carne de vaca a todo destino, ya que esas cinco letras corresponden a todas las clasificaciones de carne de vaca existentes, no hay ninguna excluida.
Le siguió la reducción en 25% de los DEX a las proteínas animales (carne de las especies vacuna, aviar, porcina, ovina y demás), con que el actual 9% se transformaría en 6,75%.
Concentrándonos en el tema carnes vacunas, anticipó cambios en el impuesto a las ganancias de manera de gravar lo obtenido por la venta de ganado y no por su tenencia, en nuestra interpretación de una frase menos clara. “Vamos a modificar el manejo contable del ganado, de modo tal que se pague ganancia sobre la venta y no sobre el engorde”, fue el texto distribuido por Presidencia el domingo por la noche.
Siguió la amortización acelerada de toros con valor genético.
En temas más generales del sector agropecuario, aunque no en el orden que planteó Milei en su presentación, se refirió a que los productores podrán vender y comprar granos sólo con su RENSPA sin necesidad de registrarse en el RUCA; a la continuidad de la eximición de DEX para el sector lácteo; a la amortización acelerada de bienes de capital para el sector agro; a un régimen de riego para zonas marginales; y a la eliminación de las retenciones en general.
En un orden más global, mencionó la reducción del impuesto PAIS del actual 17,5% al 7,5% en septiembre y su eliminación en diciembre, así como reducir el peso del Estado al 25% del PIB.
Discriminación peligrosa
Indudablemente, la lectura de los anuncios es auspiciosa con respecto al sector ganadero, en particular, y al agropecuario, en general.
Sin embargo, no podemos dejar de señalar lo curioso que resulta desgravar a las exportaciones de carne de vaca al tiempo que se mantienen 6,75 puntos para las demás carnes vacunas.
Como regla general, parece peligroso establecer tal distinción ya que ese tipo de discriminaciones pueden tener consecuencias imprevistas negativas. Además, no hay que olvidarse de las dificultades para fiscalizar si la carne exportada proviene de vacas o no.
Tampoco parece sensato desde el punto de vista económico-político. Desde la aparición de China, menos de diez años para acá, más de la mitad de las exportaciones de carne están constituidas por la de vacas, que tienen asociado el riesgo de que un cliente lleva más del 70% del total (más de la mitad medido en divisas).
Y lo que se debería aumentar son las ventas a mercados que llevan los cortes más caros, que no son de vaca.
Haciendo una cuenta a mano alzada, ya que no existen registros de acuerdo a si la carne es de vaca o de novillo: se exportan USD2.700 millones de carne vacuna por año de las que se recaudan USD240 millones en concepto de DEX.
De éstos, de acuerdo a los anuncios se resigna la mitad por la desgravación de la carne de vacas, digamos 120 millones de dólares, y la cuarta parte del resto, o sea, 30 millones más.
Es decir que por mantener 90 millones de recaudación (menos del 40% de la actual) se perdió la oportunidad de anunciar la eliminación completa de los derechos de exportación sobre la carne. Las exportaciones de carne de pollo y de cerdo son bien menores.
Lo que también habría sido una señal muy buena para los agricultores, ya que se mostraría que se va en serio hacia el objetivo final.
Por otro lado, y seguramente más importante, lo que la ganadería argentina tiene que recuperar es su número de novillos, que se mantienen en la mitad de lo que había antes de la superliquidación de 2008-2009 y es la categoría que puede aumentar considerablemente la producción de carne, con más cantidad y más peso individual.
En cambio, ya hace tiempo se recuperó la cantidad de vacas que había antes de aquel colapso. Además, la vaca es un bien de capital y de cambio, simultáneamente. Los productores no las venden a causa de un precio alto, sino en función de sus planes de producción, sin hablar del descarte natural.
Por supuesto que para completar el análisis, habrá que ver cómo se dictan las normas y cuánto tiempo se extiende la discriminación mencionada.
Lic. Miguel Gorelik, Director de Valor Carne
Fuente: Valor Carne
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