por Pablo Adreani – www.agrovoz.lavoz.com.ar
Al cierre de esta edición, el aumento de las retenciones a la soja del 30 por ciento actual al 33 por ciento era casi un hecho. La decisión del Gobierno nacional de suspender en forma temporaria el registro de declaraciones juradas de ventas al exterior (DJVE), lo que impide que los exportadores anoten nuevas ventas al exterior, ofició como una suerte de confirmación implícita de esta medida.
La reacción inmediata del mercado fue una fuerte caída en todas las cotizaciones; no sólo las de la oleaginosa, sino también las de trigo y de maíz. Pero en el caso de la soja, la posición futura mayo en el Matba-Rofex cerró el miércoles con una baja de seis dólares por tonelada, hasta un mínimo de 219 dólares.
Con este precio, los márgenes del cultivo son negativos en muchas regiones, como el noreste argentino (NEA) y el noroeste (NOA) y zonas de Córdoba que, por problemas climáticos, tendrán menores rindes que no alcanzarán para cubrir los costos.
En forma frecuente, he sido un detractor del aumento de las retenciones en forma indiscriminada y sin medir el impacto social y económico, en los distintos cultivos y regiones del país.
En este caso, un aumento de tres puntos en las retenciones a la soja puede sólo reducirle los márgenes del negocio a un productor de Venado Tuerto o del norte de Buenos Aires. Pero para un agricultor del NOA, significa la delgada línea que separa ganar de perder plata.
El productor de soja del NOA tiene una distancia a puerto de mil kilómetros y el rendimiento promedio no llega al 50 por ciento del rinde que se puede obtener en la zona núcleo.
Por este motivo, aplicar un aumento en forma indiscriminada, lo más probable es que provoque una situación de quebranto a muchos productores.
Márgenes
Considerando un costo de producción de 380 dólares por hectárea y un costo de flete de 50 dólares la tonelada, se necesita un rendimiento de 2.500 kilos por hectárea, antes de impuestos, para cubrir todos los costos. A un precio de 219 dólares, el resultado económico es de quebranto.
En este contexto, volvemos a la situación en la que el Estado sigue recaudando mientras que el productor se funde. Esto es así porque las retenciones, como están planteadas, se aplican sobre el precio FOB, reduciendo el precio de venta del productor y afectando el margen bruto en forma directa.
Los productores del NOA y de otras zonas del país que tienen la misma estructura de costos, no necesitan un subsidio, necesitan que el Gobierno no los discrimine; que no los castigue en una mayor proporción al castigo que también reciben sus pares de la Pampa Húmeda. Pero en este último caso, el rendimiento de indiferencia para cubrir costos es mucho menor, por la menor distancia y menor costo del flete al puerto, y los mayores rindes que pueden lograrse con el cultivo.
De todos modos, no se trata de aplicar medidas diferenciales a los productores chicos para compensar el incremento impositivo; se trata de evitar que una amplia región del país y de sus productores entren en resultados de márgenes negativos, que les impidan poder seguir con al evolución de su negocio.
Anticipo de Ganancias
Una herramienta de fácil implementación podría ser que los productores de soja del NOA puedan aplicar el 13 por ciento de las retenciones a cuenta del Impuesto a las Ganancias.
De esta forma, los productores podrían absorber el impacto negativo no sólo de los tres puntos adicionales, sino del nivel actual de retenciones que hace inviable la producción con semejante carga impositiva.
El impacto indirecto de esta medida sobre los productores del NOA, si se confirma además que los productos de las economías regionales tendrán una retención de solo cinco por ciento, es un masivo éxodo de productores de soja al cultivo de poroto en la próxima campaña 2020/21.
Este mayor aumento que podría esperarse en la siembra de poroto, es probable que genere una sobre oferta de dicho producto, con la consecuente baja de los precios no sólo a nivel local, sino en el mercado internacional, por la importancia que tiene nuestro país en el comercio mundial de ese alimento.
FUENTE: AGROVOZ – Especial pablo Andreani –