A raíz de los malos resultados que viene obteniendo el encierre a corral, la Coordinación de Análisis Pecuario del ministerio de Agricultura planteó una variante del modelo de recría a pasto, buscando sumar más kilos baratos y reducir el encierre de terminación.
La idea es minimizar el consumo de maíz, crítico en estos sistemas, ya que con un cereal por encima de los USD 200, la relación entre este valor y el del novillo es 25% superior al promedio de los últimos diez años. Dicho de otra forma, hoy se necesitan 109 kg de novillo para comprar una tonelada de maíz.
La propuesta
El modelo del Ministerio considera un establecimiento de tamaño mediano de la región pampeana, con un nivel tecnológico promedio. Para lograr esa recría “larga”, se propuso agregar 30 kg más por animal, manteniendo la carga, mediante la implantación de un verdeo de verano en la misma superficie que ocupaba el verdeo de invierno.
En cuanto a los corrales de terminación, el grano de maíz se valuó como si fuera cereal propio. Además, el trabajo aclara que no se consideraron gastos de venta en la etapa de recría, ni de compra en la de terminación, ya que se supone que se hace en el mismo establecimiento.
La conclusión a la que arribaron los técnicos de la Coordinación es que “al alargar la recría el margen de esta etapa mejora al aumentar la cantidad de kilos vendidos, con un aumento de costos menos que proporcional”. En concreto, el margen bruto pasa de $5.900.000 a $10.400.000 por año.
Sin embargo, esto no alcanza como para compensar la pérdida del corral. Si bien al acortar su duración se reduce sus costos directos en un 25%, también arroja un menor ingreso neto ya que al llevar al corral animales más pesados, aumentan los kilos comprados mientras que los vendidos apenas varían.
De este modo, el margen bruto del corral, si bien resulta algo menos negativo, no mejora significativamente.
Como conclusión, el resultado conjunto de ambas etapas “demuestra que se pierde menos al reducir el consumo de maíz durante el encierre”, subrayaron los técnicos. En números, mientras el primer esquema deja un margen bruto negativo de $6.300.000, con la recría larga la pérdida se reduce a $1.800.000 por año.
Cabe aclarar que estas conclusiones son válidas para el momento actual y el sistema analizado, pudiendo variar los resultados ante modificaciones en los precios relativos.
La invernada achicó el margen
Además de analizar el planteo puntual del engorde a corral, la Coordinación puso al día su seguimiento habitual de la evolución de los márgenes brutos para la cría, la recría y el ciclo completo.
En este caso se tomó el período de junio de 2011 a febrero de 2021, evaluando los modelos más característicos de cada actividad ganadera: cría en Cuenca del Salado (Modelo base), invernada en Región Subhúmeda (Modelo de alta producción) y ciclo completo en Córdoba.
Todos los márgenes fueron expresados en moneda constante (pesos de febrero de 2021) y se utilizó el Índice de precios mayoristas del INDEC para realizar el ajuste, empalmado con el IPC Congreso para aquellos períodos en los que se consideró que la información del organismo oficial no era confiable.
En febrero de 2021 los márgenes de todas las actividades convergen en un mismo punto. Tanto la cría como el ciclo completo y la invernada presentan resultados económicos similares. Esto “es muy bueno para la cría, que iguala los momentos de auge de la actividad, pero no para la invernada que, a moneda constante, hoy tiene un margen 50% inferior al del mismo mes del año pasado y 70% menor que el de febrero de 2019”.
El modelo de ciclo completo tiene su mayor virtud en la estabilidad que le otorga al sistema de producción, ya que diversifica las ventas (novillos, vaquillonas y vacas para faena) y sólo compra los toros de reposición, con lo que evita las marcadas oscilaciones estacionales de los modelos de invernada de compra. En tal sentido, estos últimos muestran márgenes con un patrón mucho más definido, con un crecimiento desde enero hasta junio, donde alcanzan su pico, para luego continuar con un descenso marcado desde julio hasta noviembre, mes en el que tocan el piso.
Estos efectos son consecuencia de la estacionalidad en los precios del ternero de compra (más baratos desde marzo a junio y mucho mayores en la primavera) y en los precios del novillo, que caen durante el segundo semestre. Durante el año anterior y lo que va del actual se viene registrando un encarecimiento del ternero, con menor estacionalidad, lo que complica los márgenes de la invernada, determinando que el resultado promedio del 2020 fuera el más bajo de la serie.