El estrés que generan las condiciones del clima sobre los cultivos generó que científicos de nuestro país ya estén trabajando para aumentar la capacidad de captación de nutrientes y agua, y que los cultivos puedan adaptarse.
Investigadores de la Fundación Instituto Leloir encabezan un estudio que busca determinar la estructura 3D de una proteína asociada a la elongación celular en las raíces, para que los cultivos puedan acomodarse en climas secos o áridos.
José Manuel Estéves, jefe del Laboratorio de Bases Moleculares del Desarrollo Vegetal de la FIL e investigador del Conicet, advierte que caracterizar la estructura también ayudaría a entender su función y, eventualmente, derivar en herramientas biotecnológicas para aumentar la productividad en el agro.
También participan del proyecto dos especialistas en modelado computacional del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) que depende de la UBA y el Conicet, la doctora Luciana Capece y el licenciado Mauro Bringas.
Hace algunos meses, el Conicet ya presentó variedades de soja y trigo con resistencia a la sequía. Éstas contaban con la tecnología HB4, por la que las plantas tienen una tolerancia mayor en épocas de déficit hídrico y un rinde mucho mayor.
Si bien se trata de un avance muy novedoso que alivia al agro, la doctora Raquel Chan, directora del Instituto Agrobiotecnológico del Litoral, advertía que «eso no quiere decir que estas plantas crezcan en el desierto, lo que hace esta tecnología es permitirles tolerar un lapso de tiempo mucho mayor a una ingesta de agua menor a lo largo de todo su ciclo de vida y una pérdida de rendimiento menor«.
«Hay que desarrollar tecnologías para que no lleguemos a un momento en el que haya guerras por la comida», advierte la investigadora, reconocida a nivel mundial por su trabajo.