“En el engorde a corral o feedlot, los animales reciben, en espacios reducidos, dietas que favorecen el aumento de peso en el menor tiempo posible. Esta práctica genera miles de toneladas de estiércol con grandes concentraciones de nutrientes, sales, antibióticos y compuestos orgánicos, entre otras sustancias, que pueden afectar el ambiente. Un estudio advirtió acerca de las cantidades elevadas de fósforo que impactan de forma negativa sobre napas, suelos y aguas superficiales. Además, señalaron la falta de normas para tratar los residuos de la actividad que podrían funcionar como fertilizantes para los campos”, informó el Servicio de Prensa y Divulgación Científica y Tecnológica sobre Agronomía y Ambiente SLT-FAUBA.
Gran cantidad de feedlots se encuentran en la Pampa Húmeda de la provincia de Buenos Aires. Aproximadamente, 30% de la oferta de carne del país proviene de estos sistemas de producción. “Las consecuencias del volumen generado de estiércol y de efluentes sobre el ambiente aumentan al coexistir con precipitaciones anuales elevadas y con napas cercanas a la superficie. En este contexto, los establecimientos se convierten en fuentes de contaminación de aguas superficiales y subsuperficiales, y de los suelos sobre los cuales se ubican”, señaló Ileana Ciapparelli, docente de la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).
Las principales ofertas que la facultad trajo a Expoagro son sus carreras de grado y posgrado, charlas, libros de su propia editorial, una incubadora de proyectos y la actitud de vincularse con empresas del sector.
“En nuestros estudios recientes, observamos que el fósforo avanzó hacia las napas mucho más rápido de lo que pensábamos. La movilidad de este nutriente en forma vertical está poco estudiada en la Argentina, pero tiene una relevancia especial ya que los cursos de agua de la Pampa Húmeda están interconectados y las napas pueden estar a pocos metros de profundidad”, desarrolló SLT-FAUBA.
Además, resaltó que el exceso de fósforo en las aguas superficiales puede provocar el crecimiento de algas que enturbian el agua, y que se pueden liberar toxinas si existen cianobacterias dominando el sistema. Incluso, puede derivar en una situación de falta de oxígeno en la que los peces, entre otras formas de vida acuática, no logran sobrevivir”.
Ciapparelli explicó que los animales no pueden asimilar todo el fósforo suministrado en la dieta. “Por esa razón, sus excrementos tienen una carga alta de fósforo. Entonces, cuando estos residuos son depositados en exceso sobre la superficie del suelo, se puede saturar la capacidad de retención de fósforo y se favorece su movilidad con las precipitaciones”, destaca la publicación.
90 o 120 días
“El engorde en pequeñas superficies se hace más rápido. En 90 ó 120 días, el animal está listo para salir al mercado. Si consideramos un establecimiento con capacidad de engorde de 10 mil animales por ciclo productivo, con el paso del tiempo se acumula un gran volumen de residuos sólidos y líquidos”, contó Ciapparelli.
En este sentido, añadió: “Los efluentes producidos por las escorrentías luego de una lluvia generalmente son dirigidos hacia lagunas de acumulación, aunque no todos los establecimientos cuentan con ellas o no siempre se encuentran bien diseñadas. En cuanto a los residuos sólidos, no se sabe muy bien dónde ubicarlos, por lo que se acumulan en grandes pilas. En ambos casos, representan un foco de contaminación”.
“A pesar de que en el año 2016 salió una ley referida a los feedlots en la provincia de Buenos Aires, no se establecieron los criterios técnicos para que el productor o los profesionales que asesoran al establecimiento sepan cómo tratar y disponer estos residuos sólidos adecuadamente. No se tiene claro si conviene compostarlo o si aplicarlo al campo como fertilizante”, señaló.
Al mismo tiempo, la docente contó que desde la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la FAUBA, junto con el equipo de Ana García y con el apoyo de Alicia Fabrizio de Iorio, con quienes comparte cátedra, hace años estudian experiencias locales para ver los efectos de estas prácticas en el ambiente. “De esta manera, podemos demostrar la necesidad de establecer normativas con criterios específicos para manejar estos residuos”, informó SLT-FAUBA.