El fallo de la Justicia de California (Estados Unidos) que obliga a Monsanto a pagar unos 289 millones de dólares a un jardinero que contrajo cáncer reabrió un intenso debate acerca del uso del glifosato en la producción de alimentos.
LPO consultó a diversos especialistas para analizar qué pasaría si no se pudiese utilizar más el herbicida en función de que en la Argentina representa una de las herramientas fundamentales que permitieron aumentar de manera significativa las cosechas.
Andrés Candelo, asesor de los grupos CREA en la zona de Balcarce, estimó que «producir sin glifosato implicaría reemplazarlo por otros productos que causarían una suba de costos del orden del 2% para el trigo y del 6 o 7% para soja y maíz».
Para el especialista, los productos que podrían reemplazar al glifosato no tienen la misma efectividad. «En el verano se hacen controles de malezas que representarían buena parte del costo adicional en un escenario sin glifosato», advirtió.
Otro punto a tener en cuenta es que en el actual modelo productivo con contratos de arrendamientos anuales sería complejo conocer la historia de los lotes productivos por lo que sería necesario redefinir el esquema con alquileres a tres o más años.
Federico Landgraf, director ejecutivo de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), dijo que «tenemos certeza del rigor científico que hay detrás del glifosato porque se usa hace más de 40 años y está presente en 120 países».
«El glifosato es un producto que cuenta con respaldo de más de 800 documentos científicos y revisiones que aseguran que no es cancerígeno», indicó Landgraf. «El glifosato es una herramienta vital para los agricultores y las personas», agregó.
El director de Casafe manifestó que en la calificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «posiblemente cancerígeno» también «hay bebidas y productos que se consumen calientes (con más de 65 grados) como el mate y la carne asada».
Landgraf desempeñó parte de su carrera profesional en Coninagro y en la Sociedad Rural (SRA). Es licenciado en Administración de Empresas egresado de la UADE y cursó un Master in Business Administración en la Universidad de San Andrés.
Los directivos de las entidades rurales que integran la Mesa de Enlace, por su parte, no quisieron opinar sobre el millonario juicio que perdió Monsanto en Estados Unidos, aunque sí salieron a defender el buen uso del glifosato en la producción agropecuaria.
Cabe mencionar que en noviembre del año pasado las autoridades de la Unión Europea (UE) resolvieron extender la habilitación del uso del glifosato hasta 2022 por una votación de 18 estados nacionales a favor contra 9 en contra.
El tema es que entre los países que votaron en contra se encuentran Francia, Italia, Bélgica y Austria que tienen mucho peso político en el bloque europeo y que, eventualmente, podrían dar vuelta la votación dentro de cuatro años.
Diego Pérez, asesor de la zona sur de Santa Fe, comentó que «una eventual prohibición del glifosato generaría la necesidad de recurrir a herbicidas selectivos con el consiguiente impacto ambiental y económico que eso representaría».
«Los productores tienen claro que el control de malezas no se hace solamente a través de la aplicación de herbicidas sino también con rotación de cultivos e incorporación de servicios que es de fundamental importancia», concluyó Pérez.