Fundada hace 102 años, Rafaela Alimentos producía inicialmente fiambres en la ciudad del oeste santafecino y luego agregaron la faena de porcinos y vacunos. En 1997, compraron un frigorífico exportador en Casilda, distante 240 km, y trasladaron ahí la producción de carne bovina. Hoy, llevan adelante un modelo de negocios con sinergias entre el procesamiento del cerdo y del bovino, y una fina integración entre mercados internos y externos, lo que les permite mejorar los resultados y desarrollar un plan de inversiones para crecer en ambos rubros.
“La industria del fiambre es lo que está sosteniendo la empresa desde hace varios años; los balances son buenos y eso nos habilita la posibilidad de obtener créditos bancarios para financiarnos. De hecho, acabamos de finalizar la puesta a nuevo de la despostada de bovinos, con una inversión de USD 3 millones, y tomamos la decisión de construir de cero una planta de elaborados, con un desembolso de USD 50 millones, a largo plazo. En ambos ítems, buscamos mejorar la eficiencia y ampliar la producción”, dijo a Valor Carne, Carlos Lagrutta, presidente de la compañía y tercera generación de una familia de tradición en el sector. Y aclaró que, “sobre una facturación de 3.000 millones de pesos en el último ejercicio, a grandes rasgos, la mitad proviene de los fiambres y cerca de la otra mitad, del vacuno, que se compone de 85% por ventas en el mercado interno y 15% por exportación.”
¿Integración con el cerdo? “En la Argentina, la elaboración de fiambres, como salames y mortadelas, históricamente llevó la mayor parte de materia prima vacuna porque era mucho más barata que la del cerdo, lo contrario de lo que ocurre en los países desarrollados”, contó el empresario. En los últimos años, prosiguió, “la producción porcina tuvo una evolución muy favorable, con incorporación de genética, manejo y mejoras en la productividad y, en definitiva, los frigoríficos contamos con un producto más magro y económico. Paralelamente, hubo un encarecimiento de las haciendas de elaboración, la vaca conserva y el toro. Entonces, hoy esos fiambres llevan mayor proporción de cerdo que de vacuno”.
La planta de bovinos faena 2.200 cabezas por semana, de las cuales 300/400 son categorías para industria. “Despostamos las vacas conserva y los toros, clasificamos las carnes y esa materia prima viaja a la unidad de Rafaela. A esto hay que sumarle los recortes de las restantes reses, todo lo cual que se contabiliza a valor de mercado, sin gastos comerciales, dando lugar a una sinergia interesante entre ambas cadenas productivas”, argumentó.
Agrandar el negocio
En Casilda, se reformó completamente la despostada, se instalaron nuevas cámaras y equipos de envasado al vacío. “La limitante para aumentar la producción era la antigüedad de esta sección, con mesas para el desposte y carros como medio de traslado de la mercadería. Todo esto fue reemplazado por un sistema de desposte colgado y cintas de transporte. La inauguración se hizo hace pocas semanas e inmediatamente nos permitió incrementar la faena a 500 cabezas/día, de las 420 que veníamos procesando. El próximo paso, será incorporar otras cámaras más, así llegaremos casi a 600 cabeza/día”, aseveró Lagrutta. Y adelantó que “con este avance, esperamos que los números de la planta cierren, algo que con la ampliación de la faena que ya tuvimos, aún no ocurre. O sea que, por lo pronto, la contribución de los animales no cubre los gastos fijos”. En ese sentido, detalló que, desde la compañía “se venden cortes enfriados y congelados en caja por medio de nuestra red comercial. En cuanto al mercado internacional, nuestros principales destinos son la Unión Europea (contamos con 700 toneladas de Cuota Hilton), China, Rusia, Caribe, Brasil y Hong Kong. De cualquier manera, a pesar de que estamos creciendo en volúmenes embarcados, el negocio exportador es muy difícil debido a los problemas de competitividad de la Argentina”.
¿Abastecimiento? Rafaela Alimentos compra animales pesados de 440 kilos promedio, que llegan de 500 km a la redonda, la mayoría hacienda cruza y mestiza, y algo de overos. “Si bien en general hay poco novillo pesado, en nuestro caso estamos bien provistos, teniendo en cuenta que en vacunos somos una empresa pequeña, no así en cerdos”, aseguró. Según el directivo, con el agrandamiento de la operatoria, tampoco tuvieron dificultades para abastecerse. “Notamos conformidad con la empresa entre los proveedores habituales y estamos abiertos a los nuevos. Manteniendo una política coherente en las condiciones de compra, en los rendimientos y en los pagos, completar la faena no es un problema”, afirmó.
Desafíos
Para Lagrutta, “es muy razonable que el productor quiera hacer valer su hacienda, pero el frigorífico exportador no puede pagar más porque aún con estos precios, que están por encima del consumo, está perdiendo plata”. Y explicó que “el novillo argentino, al cambio efectivo del exportador -cobramos algo más por dólar por el sistema de reembolsos- es el más caro de la región, lo comprobamos en Valor Carne, que publica una serie país por país. Pasa los tres dólares el kilo, cuando en Brasil está a dos y pico. Por eso, tenemos un techo de precios, aún cuando algunos cortes como los del Rump & Loin se venden más caros en Europa que los de nuestros competidores”. Sin embargo, precisó que “con el tipo de cambio vigente en los primeros días del año, los números se volvieron más positivos, la brecha con los vecinos se cerró, aunque no existe certidumbre sobre su sostenibilidad”.
A continuación, el empresario se sinceró y reconoció la antinomia existente entre productores e industriales. “Me duele, nos echan la culpa si el precio baja, cuando en realidad no hay mercado más transparente que el de la carne vacuna. Eso dicho por economistas, hay una pluralidad de oferentes y demandantes poco vista”, argumentó.
¿Pensar a largo plazo? “Somos una industria centenaria que ocupa un total de 1.200 personas y nuestra marca de fiambres Lario es muy reconocida en el interior. La producción de cerdos se profesionalizó y la demanda está avanzando a paso firme. Hay una gran oportunidad de crecer y queremos posicionarnos fuerte en el Gran Buenos Aires. Por eso hemos puesto en ese rubro el foco de la inversión”, señaló Lagrutta. A su vez, la trayectoria de Rafaela Alimentos, les da espaldas para avanzar con el bovino. “Si bien va más lento, está encaminada la política nacional para favorecer las exportaciones, se eliminaron las trabas. Y hay un compromiso del gobierno de erradicar la evasión, lo que fue perjudicando a los operadores serios de la actividad; con ello, entendemos que tanto el consumo interno como las ventas al exterior van a mejorar. Tenemos una visión de futuro, por eso estamos apostando a que nuestra planta de Casilda produzca más”, finalizó.
Por Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne.